No es coincidencia que el agente Frederick Yap estuviera rezando poco antes de que entraran las tres llamadasFrederick Yap nació y se crio con su madre soltera en Filipinas, donde fue bautizado católico y asistió a una escuela católica, aunque nunca se consideró muy devoto ni tenía mucha experiencia rezando el Rosario. Sin embargo, un recuerdo de su juventud siempre permaneció bajo la superficie, incluso años después de haber emigrado a Estados Unidos, en 1987.
E hicieron falta 20 años para que descubriera por qué.
Todos los días después de la escuela salía a correr. Su ruta pasaba junto a su instituto católico, donde normalmente se detenía a beber de una fuente. Como normalmente era en el mismo momento del día, siempre veía a una de las monjas, sor Sophia, caminando y rezando el Rosario. Él solía saludarla, charlar un poco con ella y luego volver a su carrera. Nada del otro mundo. No podía explicarlo, pero siempre se sintió “cercano” a sor Sophia después de verla, día tras día.
Pasó el tiempo y ahora, en Reston, Virginia, Yap es agente de policía del condado de Fairfax. Una noche, en los comienzos de su carrera como policía, Yap se detuvo junto a la iglesia de Saint Thomas para aparcar su coche patrulla y escribir unos informes… cuando se dio cuenta de que había parado frente a una decolorada estatuilla de la Virgen María. Entonces, decidió ofrecer una simple oración en tres partes: un Padre Nuestro, un Ave María, un Gloria. Aquello se convirtió en una rutina, que terminaba siempre con un “Te amo, Señor, te amo, Madre María”. Con el tiempo, empezó a rezar todo el Rosario.
Yesterday I was given this beautiful #rosary by a policeman I interviewed. Prayer has played a huge part in his work for the community- read more about it next week in the paper! pic.twitter.com/yVYlqPQ2F1
— Zoey Maraist (@ZoeyMaraistACH) March 29, 2018
El poder de tres
La divina intervención a menudo no es tan teatral y obvia como se muestra en las películas; normalmente sucede de forma sutil, silenciosa y, muy frecuentemente, se revela solamente a posteriori y aquellos que no tienen fe quizás incluso la confundan con coincidencia o suerte aleatoria.
Para que el agente Yap conectara los puntos que unían tres incidentes separados durante su trabajo tuvieron que pasar muchos años. Los tres casos incluían a mujeres en peligro. Y para él no era mera coincidencia.
El primer incidente fue en 2011. La llamada era de una mujer suicida, según un artículo de The Arlington Catholic Herald. Cuando Yap y otro agente llegaron, contemplaron conmocionados cómo la mujer conducía su coche adentro de las aguas del río Potomac. Aunque Yap no estaba entrenado en rescate en el agua, él y su compañero consiguieron sacar del coche a la mujer y ponerla a salvo.
El segundo incidente fue en 2015. Acababa de empezar su turno después de su oración cuando entró una llamada: una mujer había recibido varios disparos de su marido. Un equipo de agentes fue capaz de sacar a la mujer herida de su hogar sin más daños, con Yap a su lado aplicando presión sobre sus heridas, hasta llegar al hospital, donde recibió tratamiento y se recuperó al cabo del tiempo.
El tercero fue en 2016, según explica The Arlington Catholic Herald. Yap fue a su lugar de oración, como de costumbre y, cuando terminó, contempló el rostro de la Santa Madre, que parecía decirle: “Nos vemos más tarde”. Poco después, Yap respondió a una llamada con otro agente: una mujer corría peligro de autolesionarse. Cuando llegaron a su casa, se acercaron al garaje cerrado. Al escuchar dos motores de coche en marcha, se introdujeron y encontraron a la mujer dentro de su coche, inconsciente por los gases. Abrieron las puertas del garaje y la sacaron del vehículo. Yap jura que cuando le aplicaba la RCP vio el rostro de la Virgen María delante de él.
Significado de las estatuas
El tema del “número tres” surgió de otras formas diferentes a lo largo de la vida Yap durante los años siguientes, incluyendo un trío de rosarios que alguien dejó en una de las estatuas en la iglesia. Sin embargo, Yap no conectó los indicios sobre su devoción y las tres mujeres que ayudó a salvar hasta su trabajo en la restauración de una estatua de la Santa Virgen.
Con el desarrollo de su devoción a lo largo de los años, Yap se aficionó a restaurar y repintar en su tiempo libre las descoloridas estatuillas de la Virgen que rodeaban la iglesia, aunque no tenía experiencia previa en ello. Sin embargo, no hizo la conexión entre el Rosario, las tres mujeres y las estatuillas hasta que ya se encontraba trabajando en la tercera imagen.
“Tres estatuas, tres mujeres que he salvado”, dijo Yap, que está casado y tiene dos hijos, uno universitario y uno en el instituto. “Vaya, me ha recordado que la Santa Madre está siempre ahí vigilándonos. Ella me está recordando la belleza de lo que hice por aquellas tres mujeres. ‘Mira lo que estás haciendo’, parecía decirme, ‘¡me estás dejando preciosa!’”.
Yap se siente muy agradecido por redescubrir el Rosario, de una forma tan profunda y personal, tantísimos años después de sus reuniones con sor Sophia. Aunque quizás no todo el mundo tenga la misma experiencia con el Rosario que Yap, siente que todo el mundo podría beneficiarse de este hábito como parte de su vida diaria, trabajen en casa o fuera.
“Cada día me da un mejor entendimiento de la vida y me hace más amable”, afirma. “De ahí obtengo el tipo de energía necesaria para ayudarme a entender que la bondad y la humildad deberían formar parte de todo lo que hacemos y todo lo que decimos”.