La Semana Santa es un tiempo santo en el cual nos adentramos en el misterio de nuestra salvación: la pasión, muerte y resurrección de Jesús, el hijo de Dios. Estos eventos son los que nos liberan del pecado, derrotan a la muerte y al demonio.
Sobre el alcance universal de estos hechos, el papa Benedicto XVI enseña que la cruz tiene una dimensión cósmica, se extiende y alcanza a toda la creación (audiencia general del 12 de abril de 2006).
De esta manera, los ángeles junto con los hombres participan del triunfo pascual de Nuestro Señor.
Ellos asisten, ayudan a vivir y a celebrar estos misterios de amor y redención que Dios nos otorga en Su Hijo Jesús. La razón de esto es muy clara y sencilla: ellos estuvieron en esos acontecimientos, lo presenciaron, fueron testigos de estos momentos de pasión de Nuestro Señor.
La vida de Jesús siempre tuvo presente a los ángeles
Toda la vida de Nuestro Señor está marcada por la asistencia y presencia de los santos ángeles (Catecismo n. 333): están en la anunciación, están después de sufrir la tentación en el desierto. Sin embargo, en la pasión, muerte y resurrección de Jesús los vemos asistiendo y participando de una manera única, con una reverencia que no se encuentra en ningún otro acontecimiento de la vida del Hijo de Dios.
1Jueves santo
El Jueves Santo. En este día ocurre algo grandioso y bello: se acerca un ángel a consolar y confortar a Nuestro Señor ante esa carga y peso que su alma santa y divina asume al cargar: el pecado tuyo y mío (cfr. Lc. 22,41). Fue la única criatura que lo consuela y lo conforta, y por eso le ha sido dado al ángel el ser testigo de ver en el rostro de Jesús la carga de asumir todo el pecado de la humanidad. Ve el cuerpo sudoroso y cubierto de sangre de Nuestro Señor por el peso del pecado. Nuestro Señor, después de recibir la presencia de este ángel confortador, comienza a sudar gotas de sangre.
2viernes santo
El Viernes Santo. Se levanta el gran misterio y escándalo: la Cruz; ella es el triunfo del Señor sobre el pecado, sobre el mal. El Padre de la Iglesia German de Constantinopla, en el Sermón de la Sepultura del Cuerpo del Señor, enseña que los ángeles subían y ajaban en torno a la cruz: suben porque el Hijo de Dios, ahora en la Cruz, ha sido rebajado respecto a los ángeles: se humilló hasta la muerte y muerte en Cruz (cfr. Flp. 2,8); e inmediatamente bajan reconociendo al que está muy por encima de todo principado y potestad.
3Vigilia pascual
Vigilia Pascual. Todos los Evangelios nos narran la presencia de los ángeles en este evento central para nuestra fe: San Juan 20,11-13; Marcos 16,1-7; Mateo 28, 1-8; Lucas 24, 1-10). Ellos son lo que enseñan a las santas mujeres que Jesús ha resucitado y que el sepulcro se encuentra vacío. Así mismo, estas criaturas angelicales son descritas con vestiduras deslumbrantes, relucientes y esto, siguiendo a San Jerónimo en el su Comentario al Evangelio de San Mateo, manifiesta la gloria del Triunfador. Los ángeles, dice Jerónimo, ya están vestidos con la gloria de Cristo resucitado, ellos participan del triunfo de Cristo.
¿Qué consecuencias tiene esta presencia en nuestras vidas?
Del hecho de que los ángeles hayan asistido y participado activamente de estos misterios de nuestra salvación, se deriva el que ellos "están también llamados a tener su parte en la historia de la salvación de los hombres" (Juan Pablo II, Audiencia General, 6 de Agosto de 1986)
Esta ayuda que te brindan los ángeles, y que se deriva de su participación en la pasión redentora de Jesús, son, entre muchos otros los siguientes:
1Unión a la voluntad del padre
El Evangelista Lucas nos dice que después del consuelo y fortaleza que recibe del Ángel, Nuestro Señor "insistía más en su oración" (cfr. Lc. 22,44); así el consuelo que te trae tu Ángel es para que tú te unas más a la voluntad del Padre, no es para abandonar el camino de la cruz o, como dicen por ahí, para que pare de sufrir. El ángel no saca a Nuestro Señor del Huerto de los Olivos, sino que lo lleva a adentrarse y profundizar en ese misterio de amor de Dios Padre.
2no son necesarias las palabras para consolar
El consuelo que te brinda el ángel no necesariamente viene por palabras de consuelo o de ánimo que te dé. El ángel que consoló a Nuestro Señor no pronuncia ninguna sola palabra, no le habla. Para explicar esto, santo Tomás de Aquino lo ilustra con una imagen muy sencilla; nos dice que así como la llama difunde la luz, así como el fuego extiende e irradia el calor, del mismo modo el contacto con una persona virtuosa nos hace mejores. De esta manera Nuestro Señor recibe el consuelo por la sola presencia del ángel; la sola proximidad del ángel es suficiente para hacernos mejores, el solo contacto con el ángel es suficiente para crecer en la virtud (cfr. Summa contra Gentiles, III, cap. 92). Además el ángel nos da fuerza y consuelo.
3Siempre Dios hace bueno lo que es malo
Los ángeles que estuvieron presentes en la Crucifixión de Nuestro Señor conocen y saben que Dios saca bien del mal, que Dios prefiere sacar un bien del mal antes de evitar cualquier mal, y por ello saben que atrás de toda cruz brilla una gran luz que es la del amor del Padre. Tu ángel percibe esta salida luminosa, capta la luz que hay después de ese túnel oscuro que a veces se presenta en nuestras vidas, y te fortalece y trae el consuelo para que continúes y no desistas de este plan salvador que Dios tiene para ti.
4Luz de resurección
La Luz que transmiten los ángeles es la luz del triunfo, la victoria sobre la muerte y el pecado: la luz de la resurrección. Así como se dirigieron a las santa mujeres, así también tú santo ángel se dirige a ti y te dice: "Ha resucitado"; y de esto te dan pruebas: "miren el sepulcro vacío" y, también, te hace leer los acontecimientos de tu vida desde la Palabra de Dios: "ha resucitado, como había dicho" (Lc. 24,1)
5Siempre en alto, la presencia de CRISTO
El contenido del diálogo con los ángeles no es otro que el de la presencia de Jesús: quien "murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce" (1 Co 15, 3-5).
Que juntos, ángeles y hombres, la creación entera nos abramos a este amor de Dios manifestado en Su Hijo Jesús. Unas felices pascuas a todos.