Obra de culto basada en un relato de John Cheever El arranque de El nadador desconcierta a los personajes que vemos en la pantalla, pero también a los espectadores: un hombre (Burt Lancaster), desnudo salvo por un bañador, irrumpe en una propiedad privada y les cuenta a sus inquilinos que va a probar su piscina. Ned Merrill, el nadador, los conoce a ambos, y por las conversaciones se desprende que hace tiempo que no se veían.
Pronto llegan más personas junto a la piscina y todos se alegran del reencuentro. Es entonces cuando, observando el valle de bosques y chalets, Merrill goza de una especie de revelación: desde el punto en el que está hasta su casa hay “un río de piscinas”, dice él, y decide volver a casa bañándose en cada una de ellas. Sus interlocutores creen que ha perdido la chaveta, o que está alardeando, pero quienes hemos leído el excepcional relato de John Cheever en el que se inspira sabemos que no es un farol: fiándose de “mapas imaginarios” y de sus recuerdos, volverá a su hogar dándose un largo baño.
Cada vez que irrumpe en una propiedad, los personajes le reciben de una manera muy distinta a la anterior. Todos se conocen de antaño: algunas personas lo acogen con cariño, otras con hostilidad, otras con rencor y otras con la alegría que dan las copas durante una fiesta. Ned Merrill parece haberse olvidado de ellas: no de sus identidades, sino de sus vidas: el paso del tiempo ha dejado huellas (muertes, traiciones, desaires…), pero él no parece recordarlo. Sólo quiere llegar a casa, donde dice que estarán sus hijas jugando al tenis. Los encuentros, y las consiguientes conversaciones con sus vecinos del valle y antiguos colegas, van desvelando las capas que encierra el nadador: su pasado va saliendo a flote, sin abandonar los enigmas que lo envuelven.
Podríamos considerar El nadador una de esas películas de viaje o de navegación o de carretera, sustituyendo las sendas, los ríos y las autopistas por una hilera irregular de piscinas y de jardines donde la clase alta siempre va sobrada de resacas, invitados y tiempo libre: ese periplo en el que descubrimos la clase de persona que es el viajero y cómo el trayecto acabará cambiándole, pues cada viaje, por breve que sea, nos transforma.
Ned Merrill es un Ulises que irá descubriendo rasgos olvidados de sí mismo: la mujer con la que fue infiel a su esposa y a quien acabó abandonando a pesar de sus promesas, su desinterés por el amigo al que no volvió a llamar y que ya descansa en el cementerio, la gente a la que dejó tirada… Sus víctimas del pasado se transforman en episodios de culpa, en palabras de condena por haber llevado una vida más preocupada por el éxito y el placer que por estimular sus facultades humanas.
El nadador, que dirigió Frank Perry, y que completó Sidney Pollack rodando escenas adicionales, es una película plena de metáforas, de conversaciones inolvidables y de alusiones a la vida como una corriente que jamás va a detenerse. Pese al exceso de algunos recursos técnicos propios de la época, hoy obsoletos (y que también podemos ver en Easy Rider, por citar un ejemplo), se trata de un filme espléndido, que uno ya no olvida, y que nos obliga a indagar en nosotros mismos, preguntándonos si aún somos la persona que creemos ser, o si hemos saldado nuestras cuentas, o si de verdad hemos correspondido a las atenciones que el prójimo nos dispensó.
Pero si es un título de culto se debe a dos factores: el guión de Eleanor Perry, que amplía los contornos del relato original, y el gran Burt Lancaster, siempre en forma, quien va esculpiendo a un personaje fuerte en apariencia pero cuya resistencia interior se irá desmoronando, víctima de los sueños abolidos de la clase alta de los suburbios norteamericanos: un hombre que, al final de su periplo homérico de una jornada, descubrirá desolado que su meta sólo es una casa vacía.
Ficha Técnica
Título original: The Swimmer
País: Estados Unidos
Director: Frank Perry (y Sidney Pollack: no acreditado)
Guión: Eleanor Perry (basado en el relato de John Cheever)
Música: Marvin Hamlisch
Género: Drama
Duración: 95 min.
Reparto: Burt Lancaster, Janice Rule, Janet Landgard, Tony Bickley, Marge Champion, Kim Hunter, Nancy Cushman