Tomar en cuenta el funcionamiento de los factores de la motivación nos ayudará a comprender la acción individual y su comportamiento en el equipo. Tras más de un siglo de desarrollo de las organizaciones empresariales modernas y postindustriales resulta imposible considerar la organización del trabajo de forma individualizada. Trabajamos cooperativamente en equipo.
Incluso aquella corriente en los ochenta que fomentaba la competitividad entre trabajadores de la empresa para elevar su eficiencia demostró ser un fracaso. En la medida que los mercados se ampliaban se precisaba obtener sinergias y que los comportamientos estratégicos individuales no fueran incompatibles con la eficiencia conjunta de los equipos.
En las formas de organización empresarial más avanzadas de las grandes corporaciones internacionales, son los equipos configurados para el desarrollo de proyectos los que alcanzan no sólo mayores cuotas de eficiencia sino también de excelencia. Ejemplos como las empresas Zappos, Warby Parker, Twitter o Google revelan la gestión efectiva del equipo como clave de su éxito.
En consecuencia, analizar el nivel de cooperación en la organización del trabajo que implica la gestión de los equipos es indispensable para la salud de las empresas.
Y para ello, todo equipo requiere de unos recursos para poder desempeñar su tarea. La administración inteligente y eficiente de estos recursos será clave para el rendimiento de los equipos.
Si bien, al hablar de recursos tendemos a considerar estrictamente el plano retributivo material, el concepto de retribución lo trasciende y debemos explorar las dimensiones intelectuales y afectivas.
La motivación de los integrantes de un equipo depende inevitablemente del sistema de retribución. Tomar en cuenta el funcionamiento de los factores de la motivación nos ayudará a comprender la acción individual y su comportamiento en el equipo.
Frederick Irving Herzberg, en su famosa Teoría de la motivación e higiene mostró la necesidad de tomar en cuenta que aquellas cuestiones más de índole material, factores higiénicos, constituían una condición necesaria para evitar la desmotivación y el bajo rendimiento laboral.
No obstante esto no resultaba suficiente para inducir motivación. Elementos retributivos de tipo no necesariamente material que inciden en el reconocimiento más que en la percepción de rentas se muestran como factores necesarios para la motivación y, por ende, un mejor desempeño laboral individual y del equipo.
Por eso, es conveniente tener claro que la retribución excede a lo que llamamos salario. La tendencia a confundir ambos conceptos suele provocar un reduccionismo extremo en el que la excelencia en las organizaciones se circunscribe únicamente a la eficiencia.
Y es que para alcanzar la excelencia en los equipos de trabajo hay que exceder el sentido técnico de eficiencia, pues a la luz de lo que hoy día conocemos, no sólo de pan vive la motivación laboral del hombre.