Egoísta, egocéntrico, narcisista, manipulador, psicópata… Estas manifestaciones más o menos desmedidas del ego surgen a veces como insultos hacia nuestro cónyuge. ¿Son realmente apropiadas? ¿Exageradas? ¿Es mi marido un perverso narcisista o “solamente” un gran egoísta?La noción de perverso narcisista corresponde sin duda a una realidad psicoanalítica, pero ha sido tan popularizada y reinterpretada por la psicología popular que se ha alejado de su definición original para esforzarse más en satanizar y estigmatizar al narcisista.
Tanto es así que hoy en día una mujer llega a tratar a su marido de “perverso narcisista” cuando el cónyuge no saca la basura o encadena varias noches de fútbol (o rugby u otro deporte) con los amigos. Pero cuidado, porque “unos cuantos rasgos narcisistas no forman una estructura narcisista”, precisa el padre Pascal Ide, en su libro Manipulateurs [Manipuladores].
La noción de perversión narcisista fue introducida en 1986 por Paul-Claude Racamier, psiquiatra y psicoanalista, y designa no una personalidad sino un mecanismo psíquico basado en los conceptos freudianos de perversión y narcisismo.
En 1989, Alberto Eiguer, psiquiatra y psicoanalista francés, interpreta esta patología del narcisismo describiendo al perverso narcisista y su poder manipulador.
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En 1998, Marie-France Hirigoyen, doctora en medicina, psiquiatra y psicoterapeuta familiar, popularizó la noción estableciendo la definición de acoso moral, ámbito de actuación del narcisista. A partir de entonces, emergió una verdadera noción popular que se repitió en muchos artículos de revistas y en obras diversas.
¿La diferencia entre un perverso narcisista y un egoísta?
El diccionario Larousse define el egoísmo como una tendencia que lleva a un individuo a preocuparse exclusivamente de su propio placer e interés personal, sin interesarse por los de los demás.
Así que sí, un narcisista es egoísta y egocéntrico, en la medida en que cree ser el centro del mundo, sirve a sus propios intereses y no siente compasión ni empatía alguna hacia los demás.
En cambio, y afortunadamente, una persona egoísta no es necesariamente un perverso narcisista.
El egoísta no crea víctimas. Solamente piensa en sí mismo, pero no busca manipular a los demás, mientras que el perverso narcisista utiliza al otro, lo desdeña, lo instrumentaliza para conseguir sus objetivos, servir sus proyectos y alimentar su ego.
El padre Pascal Ide, doctor en medicina, filosofía y teología, advierte que, en casos extremos, en sociópatas, el narcisismo puede llegar a la destrucción del otro.
En su libro Manipulateurs, cita al psiquiatra Alberto Eiguer: “Los individuos perversos narcisistas son aquellos que, bajo la influencia de su grandioso yo, intentan crear un vínculo con un segundo individuo, arremetiendo especialmente contra la integridad narcisista del otro para desarmarlo. También atacan el amor propio del otro, a la confianza en sí mismo, a la autoestima y a la creencia en sí mismo”.
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El egoísta no se preocupa por los demás, pero no por ello se siente superior. Mientras tanto, el perverso narcisista está convencido de que vale mucho más que los demás.
Se siente excepcional. Esta adoración de su propia persona lleva al perverso narcisista a exigir a los demás atenciones y privilegios y a experimentar ira cuando les faltan.
El egoísmo es un rasgo de la personalidad que puede trabajarse y evolucionar, para bien, a través del esfuerzo y la buena comunicación. Si le explicas a tu esposo, con calma, que te pesa tener que sacar tú la basura cada semana o quedarte sola todas las noches durante el Torneo de las Seis Naciones, es muy probable que haga un pequeño esfuerzo.
En cambio, un perverso narcisista, tan convencido de su superioridad y tan obnubilado con los objetivos que se ha fijado, no va a cambiar. Pascal Ide plantea la hipótesis de que “el criterio más seguro para reconocer una personalidad narcisista es quizás su incapacidad para reconocer una falta y, por lo tanto, para cambiar y dejar de hacer sufrir a otra persona”.
Por último, la perversión narcisista es una enfermedad y, como indica Javier Fiz en este otro artículo, si hay algo que necesita el narcisista es la compasión.
Saber discernir
Cada vez más personas afirman en los consultorios de psicólogos que su cónyuge, su jefe o su colega tiene una personalidad narcisista. Ciertamente, uno puede sospechar de alguien, sobre todo si reúne 14 de los 30 comportamientos característicos definidos por la terapeuta cognitivo-conductual Isabelle Nazare-Aga.(Al final de este artículo)
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Sin embargo, un juicio así requiere las competencias de un psiquiatra, un médico o un psicólogo. Sin experiencia médica, uno puede centrarse fácilmente en un único síntoma mientras que se pasa por alto el resto del perfil.
Si tu cónyuge resulta ser un “verdadero” perverso narcisista, Pascal Ide ofrece muchas soluciones para afrontar la cuestión. Dependen del grado de perversión y del propio discernimiento de cada uno.
Pascal Ide aconseja adoptar un modo de funcionamiento y comunicación adaptado al perverso narcisista, para desactivar su comportamiento destructivo:
- evitar destacarse una misma en relación con él,
- evitar lo que podría sentirse como humillante,
- evitar la oposición sistemática,
- evitar confiar en él,
- no esperar reciprocidad,
- desactivar sus manipulaciones,
- mostrarle tu aprobación cuando sea sincera,
- ser indulgente con su amor propio,
- disponer de una persona con quien hablar de los problemas,
- lamentar la ausencia de una comunicación perfecta,
- no mostrar indisposición por su actitud,
- considerar sus halagos con recelo,
- aprender a rechazar, a decir que no, especialmente cuando la petición es confusa o imprecisa.
Para la pregunta “¿debo separarme de un cónyuge que resulta tener una personalidad narcisista?”, Pascal Ide distingue varios criterios de discernimiento:
- Edad de los hijos. Cuando los niños son pequeños, un perverso narcisista puede “contaminar” a sus hijos por el proceso de imitación.
- La peligrosidad del perverso. ¿Es violento? ¿Pega a su esposa? Para evaluar la situación, también es necesario examinar los recursos de la víctima para combatir las violencias cotidianas.
Una mujer, o un hombre, escogiendo heroicamente continuar una vida en común, debe, por un lado, salir de la influencia psicológica del perverso narcisista y, por otro lado, tener compañía espiritual y psicológica.
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¿Es posible perdonar?
Como cristianos, estamos llamados a perdonar, incluso a un perverso narcisista que nos hostiga. El perverso narcisista sigue siendo una persona, por profunda que sea su vileza.
Sin embargo, Ide precisa que el perdón no significa reconciliación. El perdón es un acto interno que borra la deuda del ofensor, reconozca o no o no el perjuicio causado.
La reconciliación es un acto recíproco por el cual el ofensor recibe el perdón y reconoce sus errores. Finalmente, Pascal Ide subraya que el perdón no exime de la prudencia para protegerse de los comportamientos destructivos de la personalidad narcisista.
Los 30 comportamientos característicos de los perversos narcisistas, según Isabelle Nazare-Aga:
1. Hace que los demás se sientan culpables invocando el amor, la amistad, la familia y la conciencia profesional.
2. Exige perfección por parte de los demás, que los demás sean omniscientes, totalmente disponibles para él, que sean capaces de responder inmediatamente a todas las preguntas y que nunca cambien de opinión.
3. Explota los sentimientos morales de los demás (deber, generosidad, cortesía, humanismo…) para satisfacer sus necesidades.
4. Pone en tela de juicio la competencia, la personalidad y las cualidades de los demás: critica y menosprecia para crear angustia y, después, juzga.
5. Está celoso de todo el mundo (incluida su familia).
6. Recurre a halagos, regalos y servicios para mejorar su imagen.
7. Constantemente se hace pasar por una víctima.
8. Nunca se siente responsable de nada, hace a los demás responsables de todo.
9. No expresa claramente sus sentimientos, opiniones, necesidades o exigencias.
10. Siempre contesta de manera evasiva.
11. Puede cambiar de tema sin transición durante una conversación.
12. Evita o abandona reuniones y entrevistas.
13. Utiliza medios indirectos, como a otras personas, contestadores automáticos o mensajes escritos, para transmitir sus mensajes.
14. Invoca razones lógicas para justificar sus demandas de control.
15. Distorsiona, interpreta y dice mentiras para ocultar (o descubrir) la verdad.
16. Rechaza las críticas y niega las evidencias.
17. A veces recurre al chantaje y a las amenazas implícitas.
18. Crea conflictos para manipular a su entorno.
19. Se comporta de manera diferente y modifica la expresión de su pensamiento según las personas y las situaciones.
20. Miente (incluso por omisión).
21. Utiliza la ignorancia de sus oponentes e intenta hacerles admitir que es superior a ellos.
22. Es egocéntrico.
23. Lo que dice no se corresponde con lo que hace.
24. Invoca la urgencia para obtener una ventaja sobre los demás.
25. Niega los sentimientos, deseos, necesidades y derechos de otros.
26. Rechaza implícitamente las peticiones, pretendiendo ocuparse de ellas.
27. Genera sentimientos de malestar, angustia y/o de falta de libertad.
28. Se las arregla para hacer que otros hagan actos indeseados.
29. Logra sus objetivos en detrimento de los demás.
30. Es objeto de discusiones frecuentes y recurrentes.
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