Un acontecimiento único introdujo un cambio muy significativo en la manera de contar el tiempoEn el siglo VI, concretamente en el año 525 gracias al monje Dionisio el Exiguo, se empezaron a calcular los años a partir del nacimiento de Jesucristo.
El Papa le había encargado que hiciera un cálculo del año del nacimiento de Cristo para las dataciones que usaba la Sede Apostólica, y la Iglesia empezó a fechar con él sus documentos más importantes. Después los Estados también lo adoptaron.
Más tarde, en el siglo XVII, se empezó también a contar el tiempo anterior con esa referencia. Así, actualmente nos encontramos en el año 2018 después de Cristo (a menudo se abrevia usando las letras d.C.).
La nueva cronología introducida por el cristianismo supuso un gran cambio: ya no se parte de un punto inicial desde el cual progresa la numeración (por ejemplo el inicio de un reinado), sino de un punto central.
A partir del nacimiento de Cristo, considerado como el centro de la historia, se calcula el tiempo anterior de manera decreciente y el posterior de manera creciente.
En algunos ámbitos, especialmente en inglés, se usa actualmente el término “era común” para evitar las referencias a Cristo, pero el cálculo del tiempo sigue tomando como referencia un acontecimiento único en la historia: el nacimiento de Jesús de Nazaret.
Aunque esta es la manera de contar el tiempo más extendida en occidente, también existen otros calendarios, entre ellos el hebreo (según el cual estaríamos en el año 5778 de la fundación del mundo), el chino (según el cual acaba de empezar el año 4716) y el musulmán (que se encuentra en el año 1439).