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¿Cuál es la verdadera riqueza de un país?

DIAMOND

NEW YORK, USA - DECEMBER 4: Chairman of the Rapaport Group, Martin Rapaport speaks to media as a 709-carat diamond, which was discovered in Koryardu village of Sierra Leone, is presented during a news conference before auction in New York, United States on December 4, 2017.

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Dolors Massot - publicado el 05/02/18
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¿Petróleo, oro, diamantes? ¿Alta demografía? Este filósofo propone una respuesta que quizás habías pasado por alto.

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No se habla de ella en los análisis del Fondo Monetario Internacional, ni se la menciona en el Foro de Davos. Sin embargo, todos queremos saber cuál es la verdadera riqueza de un país.

Andamos despistados con la crisis económica. Dicen los analistas que Occidente comienza a asomar la cabeza, pero esta vez ya tenemos la experiencia de que no solo es la riqueza económica la que hace grande un país. Porque, por ejemplo, hay países que, disponiendo de recursos naturales que los harían inmensamente ricos, se encuentran en situación de pobreza.

La Historia, además, nos muestra que la economía es solo una variable, pero hablar de grandeza de un pueblo implica tener en cuenta a las personas y las ideas que las movieron a actuar. Y estudiamos en qué sentido se movieron y analizamos si ese obrar repercutió en beneficio de la sociedad o no.

Hay estudios macro y estudios micro, que nos ayudan a determinar qué grandeza ha tenido cada pueblo en cada momento.

Para los que se aferran a la economía como base del progreso humano, hay que decir que la Historia ha tumbado repetidas veces esta hipótesis, desde Egipto o el Imperio Romano hasta los imperios coloniales o la “sociedad del bienestar”. ¿Qué es entonces lo que hace grande a un país?

Un filósofo, el español Antonio Escohotado, conversaba hace cuatro años con el también escritor Fernando Sánchez Dragó en un programa de la cadena de televisión La 2, “Negro sobre Blanco”. Más allá de la literatura, la conversación se orientó hacia la riqueza.

Escohotado respondió que la riqueza de un pueblo es la educación. Han pasado los años y la respuesta sigue siendo igual de válida.

Un pueblo educado es un pueblo formado por personas que piensan en los demás, que valoran lo moral por encima de lo material. Y eso, que se nota en si cedes el asiento en el autobús, también se ve en los jóvenes que piensan en trabajar para servir a los demás.

Una riqueza silenciosa

La educación es una riqueza silenciosa, pero es una fuerza motriz como el caudal de un río o las corrientes de los mares. Bastaría con dejar que viéramos sus resultados a medio o largo plazo, esto es, cuando una generación ha pasado por las aulas y ha crecido en familia. 

Los padres, la familia y la escuela

Cuando hablamos de educación como riqueza de un país, no solo nos referimos a la educación en la escuela sino que esta implica a los padres y la familia en primer lugar.

Ellos son los que acompañan a sus hijos en el crecer en los valores y les ayudan a orientar la libertad hacia el bien, de forma que de su vida puedan extraer la mejor versión de sí mismos.

Aunque estructuralmente encontremos muchos fallos en el sistema, no podemos perder de vista el horizonte: la educación como medio para cambiar el mundo, para hacerlo mejor. Así que esa tarea es cuestión de a poquitos. Es una meta diaria en cada familia y para cada hijo.

A la larga, los resultados se palpan en aquellos niños que con el tiempo llegan a ser personas maduras que desde su lugar de trabajo, familiar y social son capaces de modificar su entorno y hacer que sea mejor.

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