Los niños se ven seducidos por el éxito de sus youtubers favoritos. De un tiempo para acá las aspiraciones profesionales de los niños han cambiado. Los que antes soñaban con ser pilotos, doctores o bomberos, ahora sueñan con ser gamers, youtubers o influencers.
La era 2.0 ha modificado la visión que tienen nuestros hijos de la realidad y ha modificado hasta su visión del éxito.
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El tiempo que pasan nuestros hijos observando videos en Youtube y otras similares ha vuelto famosos a muchos menores de edad.
Lo cierto es que hay niños, como Ryan que, con menos de 6 años, ya están en la lista de Forbes por los millones que han ganado haciendo videos sobre juguetes, experimentos o sencillamente hablando sobre videojuegos.
Algunos, como Sophie Giraldo, empezaron a realizar videos espontáneamente con los teléfonos de sus padres, y después de dos años cuentan con más de 500 mil suscriptores. Lo que comenzó como una actividad diaria de una niña extrovertida, se convirtió en un cambio de vida para toda la familia. Ahora todos colaboran con los videos y reciben una entrada de dinero considerable por ello. También ha cambiado la vida de Sophie, quien es reconocida en las calles, y que interactúa con todos sus seguidores.
https://www.youtube.com/watch?time_continue=8&v=kWOMvY2ilh8
Nuestros niños se ven seducidos por el éxito de sus youtubers favoritos: prueban los mejores juguetes, tienen fama, reciben dinero de publicidad y hacen lo que les gusta.
Es por esto que podemos oír en nuestro hogar aquello de “Quiero ser youtubers”.
Hay muchos que desde pequeños ya empiezan a realizar videos imitando a sus youtubers favoritos, y que piden a sus padres que publiquen sus videos en las redes sociales.
Evidentemente la sobreexposición de los niños en estos canales trae consigo muchos peligros.
El hecho de que estos niños sean reconocidos donde van los hace blanco de comentarios o acciones de personas sin escrúpulos, y además de esto, los coloca en el ojo público y los somete al escrutinio de extraños.
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Su sentido de intimidad y privacidad se ve vulnerado también, ya que a estas edades no han consolidado la protección de su intimidad y pueden llegar a pensar que todas sus acciones y pensamientos deben ser publicadas para sus “seguidores”.
Es inútil luchar contra las nuevas tecnologías, pero si es necesario conocer cómo afectan nuestra socialización y nuestra dignidad.
También es necesario explicar a nuestros hijos que, aunque ser “youtuber” no es algo malo, la utilización de su imagen en redes públicas trae consigo consecuencias a veces desagradables.
Convertirse en una persona famosa en las redes no es para todo el mundo (niños y adultos incluidos). Debemos evaluar bien el precio a pagar por alcanzar la fama 2.0.