Después de los martirios rojo y blanco, viene este tipo de martirioLa palabra ‘mártir’ deriva en su origen de “la palabra griega martus [que] significa un testigo que testimonia un hecho del que tiene conocimiento por observación personal”. En su uso cristiano se aplicó primero a los apóstoles, que presenciaron de primera mano la vida de Jesucristo y Su resurrección.
Más tarde, en los primeros siglos de la Iglesia, el término se empleó exclusivamente para denotar a los hombres y mujeres santos que dieron testimonio de Cristo vertiendo su propia sangre. Según manifiesta el Catecismo de la Iglesia Católica: “El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte. El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. ‘Dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas me será dado llegar a Dios’”. (CIC 2473)
Sin embargo, con el paso del tiempo, la Iglesia ha reflexionado sobre el significado original de la palabra mártir y ha reconocido diferentes tipos de martirio para expresar otras maneras de llegar al paraíso; unas formas en las que un cristiano podría dar testimonio fiel del Evangelio sin morir por ello.
Una antigua homilía de Irlanda, escrita a finales del siglo VII, ofrece un resumen perfecto de los tres tipos de martirio.
Existen tres tipos de martirio, que se consideran una cruz para el hombre, a saber: martirio blanco, verde y martirio rojo. El martirio blanco consiste en que un hombre abandone todo lo que ama por devoción a Dios, aunque allí sufriera ayuno y labores. El martirio verde consiste en que, a través del ayuno y el trabajo, uno se libere de sus deseos malignos, o sufra angustias de penitencia y conversión.
Por este relato y por otros escritos más, el martirio blanco se define habitualmente como el ser perseguido a causa de la fe, pero sin derramar sangre alguna. Consiste en vivir una vida valiente por Cristo, pero sin que le pidan morir por ello.
El martirio verde, por su parte, es más específico y se centra en la penitencia y el ayuno extremos por amor a Dios. Este tipo de martirio se asocia normalmente con los eremitas de Egipto, que influyeron enormemente en el monacato irlandés. Esto explica por qué tantos monjes irlandeses se retiraron a lugares de extrema solitud y clima severo; un ejemplo claro es el monasterio de Skellig Michael.
El martirio rojo, por su puesto, se refiere a entregar la vida física, dando testimonio hasta la muerte. El rejo, en este caso, se asocia con la sangre derramada.
Esto tres martirios representan diferentes caminos hasta el paraíso, pero todos comparten una cosa en común: un corazón ardiente con el amor de Dios. Podría decirse incluso que estos son “tres caminos de amor”, formas en las que podemos expresar nuestro amor a Dios y Su misericordia hacia nosotros.