¿Si es bombero será hombre y si se dedica a la peluquería será mujer?¿Sueñan los niños y niñas con qué profesión ejercerán cuando sean mayores? Lógico. Forma parte del horizonte de futuro que uno imagina en la infancia. Hay quien quiere ser médico como el abuelo, o quien dice que será veterinario porque le gustan las mascotas, o quien anda deslumbrado con Messi…
Por una costumbre cultural, hemos ido identificando ciertas profesiones a la condición de hombre o de mujer. Arquitecto, notario, ingeniero o juez “parecen” idóneos para un hombre. En cambio, enfermera, modista o secretaria quedan adjudicados a una mujer.
Nótese que las profesiones adjudicadas al varón son de mayor remuneración económica.
Observa qué ocurre en este vídeo:
Pero pensándolo con calma, ¿por qué no va a ser posible que una niña estudie arquitectura hoy, cuando incluso una mujer de origen iraquí, Zaha Hadid, llegó a lo más alto de su profesión al alcanzar el premio Pritzker, equivalente al Nobel de arquitectura?
¿Y por qué un niño no debería ser modisto cuando la Historia de la Moda está llena de grandes nombres de hombres, entre ellos Cristóbal Balenciaga, Christian Dior o Yves Saint Laurent, que aparecen junto a los de Coco Chanel o Madeleine Vionnet? Aunque esta situación a la inversa no aparece en el vídeo, también los padres y educadores deberían tener en cuenta las trabas que se ponen a los niños y los estereotipos sobre profesiones “femeninas”: ¿alguien ha oído hablar de los comadrones, por ejemplo? Porque también un varón puede ayudar en un parto y, sin embargo, la comadrona suele “dibujarse” como mujer.
Lo esencial en la educación es que el menor encuentre plena libertad para elegir su profesión. Para ello, se le debe dar conocimientos que fomenten la igualdad de oportunidades, de conocimientos y de acceso a la formación profesional oportuna sin que se plantee un rechazo social ni siquiera en sus primeras fases (en la escuela y en el ámbito doméstico, desde luego).
Exigencias físicas
El sexo no puede ser un límite para una profesión más allá de las exigencias físicas que requiera. Recuerdo que una amiga mía médico me explicó una vez la energía que hay que desplegar en Urgencias para las maniobras cardiorespiratorias en un enfermo que ha sufrido un paro cardíaco. No todos tenemos esa capacidad, cierto, como tampoco todos tenemos la misma resistencia para la apnea, que permite ser submarinista.
Así, ser bombero, transportista de mudanzas o descargador en un puerto va en función no del sexo sino de la fuerza física. Quien tenga la suficiente podrá desempeñar el oficio sea hombre o mujer, si además cumple el resto de requisitos: resistencia al estrés, trabajo en equipo… Para el resto de profesiones, habrá que demostrar cualidades de otro tipo y el sexo, por tanto, ya no será un obstáculo.
¿Somos nosotros los que ponemos barreras a los pequeños en la educación para que sueñen con su futuro? Pues habrá que ver si esto es así. Si cuando se les pide que dibujen a un cirujano necesariamente piensan en un varón, es que hay que mostrarles más ejemplos de doctoras. Y lo mismo si creen que la de florista o bailarín es una profesión de chicas.
Los estereotipos se rompen (o desaparecen sin violencia) con la educación, con aportar conocimientos a los niños, y con el ejemplo.
Las profesiones propiamente masculinas o femeninas vienen dadas por aportar cualidades que solo se dan en aquel sexo. Podríamos hablar de un tenor, un bajo o una soprano, porque su naturaleza les obliga a cantar en un registro de voz determinado.
También sería ingenuo no reconocer que los trabajos en los que la fuerza física es un valor son preponderantemente masculinos, pero no por una decisión arbitraria sino porque la naturaleza suele hacer más fuerte y más veloz al varón (solo hace falta ver los registros de los Juegos Olímpicos).
Sin embargo, incluso en algunas disciplinas deportivas se está observando que la mejora de la forma física femenina da excelentes resultados que hacen posible la incorporación de la mujer en puestos laborales antes reservados al hombre. Pongamos por caso, escaladores que trabajan en la limpieza y restauración de edificios.