El proyecto “Alimenta la Solidaridad” busca dar respuesta al alto nivel de desnutrición que acosa a los niños venezolanos“Te damos gracias Señor, por el alimento que nos das hoy. Bendice las manos de todas las personas que participaron antes, durante y después de su elaboración. Que a todos los niños de Venezuela, nunca les falte el alimento; y en nuestros hogares también. Buen provecho. Amén”. Con esta oración, Darianny Núñez, una de las niñas que acude al comedor popular del barrio Gueime de Guarenas (estado Miranda), agradece por el almuerzo diario que recibe desde hace el pasado 18 de diciembre junto a un grupo de 100 niños.
Darianny llega con sus dos hermanitos al comedor popular antes de asistir al colegio de la zona. Ellos son parte del primer grupo de 30 niños. Otros reciben la comida al terminar sus clases. Darianny, como muchos de estos chipilines, rozaba la franja de la desnutrición aguda. Ahora su rostro motiva la alegría.
“La iniciativa forma parte del proyecto social Alimenta la solidaridad que impulsan Henrique Capriles Radonski (ex gobernador del estado Miranda) y Roberto Patiño, un joven emprendedor, que inició este plan social en enero en 2017 en algunas barriadas pobres de Caracas. Mancomunaron esfuerzos y ahora buscan ayudar a los niños, actualmente las personas más afectadas, por la crisis humanitaria de Venezuela”, dijo Engelbert Gustavo Pérez, un voluntario del proyecto y coordinador del comedor, en conversación para Aleteia.
“Alimenta la solidaridad” funciona con 15 comedores en Caracas y el estado Miranda, atendiendo de lunes a viernes un promedio de 1500 niños entre 1 – 10 años. Por cada comedor se entregan 100 o más almuerzos a niños cuyo nivel de desnutrición fue valorada de acuerdo a una escala de colores: amarillo, naranja y rojo, siendo el rojo el prioritario así como el núcleo familiar que se encuentre dentro de este rango de colores.
“En el caso de Guarenas, el comedor inició desde el 18 de diciembre de 2017, cuando se les comenzó a entregar diariamente un almuerzo balanceado a los niños antes de ir a clases en el turno de la tarde o al regresar del turno matutino”, indicó Pérez, resaltando el carácter social del plan.
“Mis hijos ya no se desmayan”
Yameli Naranjo es una de las madres que junto a sus tres niños acude diariamente al comedor de “Alimenta la solidaridad” en Guarenas. Explicó que conoció a la organización cuando los voluntarios tocaron la puerta de su casa para invitarla a participar del proyecto.
“Mis tres hijos fueron detectados con bajo peso y estaban enfermos porque actualmente no puedo darles comida de manera regular. Gracias a que reciben el almuerzo se han recuperado”, dijo emocionada la joven madre. “Me gustaría que iniciativas como esta se multiplicaran en Venezuela, porque hay muchas mamás cuyos hijos están sufriendo por la falta de comida”, indicó.
Ingrid Avendaño es otra joven madre de cuatro niños. “Yo no tenía como enviar a mis niños al colegio, porque sin comida no los iba a enviar para que se desmayaran fuera de la casa. Siempre estaban llorando y tristes. No los veía jugar ni vivir su niñez como la viví yo: alegre”, dijo. “Gracias a este proyecto solidario he podido volver a enviar a mis hijos a la escuela. Créame que los he visto con caras más alegres y sonrientes. ¡Ah, y ya no se desmayan!”.
Avendaño hizo una petición muy concreta al Gobierno de Nicolás Maduro: “Por favor, permita que para Venezuela se abra un canal humanitario. Los venezolanos necesitamos comida, alimentos y empleo”.
Solidaridad y empoderamiento
De acuerdo con la filosofía del proyecto, la solidaridad es un valor fundamental para alcanzar el desarrollo y superar la crisis del país. “Con Alimenta la Solidaridad se reconoció tempranamente la gravedad de la crisis alimentaria, desarrollando junto a las comunidades un plan de comedores dirigido a la población infantil más vulnerable”, dice Roberto Patiño en sus publicaciones.
El emprendedor social está convencido de que siempre a través de una estrategia de empoderamiento local, se debe enfatizar el papel central de las madres para generar redes de apoyo que relacionarán a comunidades con donantes, voluntarios y organizaciones aliadas. Y no deja de tener razón.
Su propuesta la certifica la niña Darianny Núñez, que participa afianzando la superación de sus necesidades en la oración que diariamente y junto a sus amiguitos eleva a Dios, y sin saberlo, pide comida para ellos pero también para el 80% de los 30 millones de venezolanos, que únicamente comen dos veces al día, o por los 4,5 millones, que se alimentan una vez y a veces cada dos días.