Hergé se inspiró en un científico belga casi más sorprendente que el de ficción. Para los millones de lectores fans de Tintín que en el mundo son, citar al profesor Tornasol es como hablar de alguien de la familia. Nos sabemos sus virtudes y defectos, y con él hemos viajado por varios países con nuestro héroe.
El profesor Tornasol es aquel personaje erudito pero sordo como una tapia, que puede sacar de quicio a cualquiera, pero sobre todo al capitán Haddock. Es sabio despistado y parece que algo egoísta, pero lo cierto es que ayuda a Tintín y a Milú en lo que mejor se le da: los inventos.
Silvestre Tornasol, aquel científico bajito y calvo con greñas, bigote y gabardina verde, apareció por primera vez en la historia de Tintín que llevaba por título “El tesoro de Rackham el Rojo”. En 1943 se publicó serializada en el diario “Le Soir”, de la zona francófona de Bélgica, para más tarde aparecer como álbum.
Un submarino en forma de tiburón
Entre las aventuras del héroe de Hergé, Tintín cuenta con el genio del profesor Tornasol a quien se le ha ocurrido inventar nada menos que un submarino en forma de tiburón para poder observar las profundidades marinas en busca del tesoro de un navío hundido siglos atrás. ¿Quién se aventuraría a pilotar semejante artefacto y sobre todo a confiar en él?
Si al principio los continuos malentendidos con el profesor vuelven loco a cualquiera y enervan sobre todo al colérico Capitán Haddock, este personaje que iba para muy secundario se acabó convirtiendo en un imprescindible de Tintín. “¡Querido profesor!”, exclama nuestro héroe al reencontrarse con él.
De hecho, apareció en álbumes como “Las siete bolas de cristal”o “El templo del sol”, pero Hergé incluso lo hizo protagonista en “El asunto Tornasol”, en el que el científico es víctima de secuestro.
Pero, ¿existió Tornasol en realidad? ¿Se inspiró Hergé en una persona de carne y hueso? Los archivos de Hergé y la Historia prueban que existió un científico muy parecido al de las aventuras de Tintín. Se trata de Auguste Piccard, profesor e inventor belga ¡y amigo de Hergé!
Auguste Piccard nació en 1884 y fue profesor de Física en las Universidades de Zurich y Bruselas. Durante su infancia en Basilea, su madre alentó a los hijos a “construir máquinas” en su habitación, algo que siempre recordaría con cariño este sabio.
Inventos que pasaron al cómic
La historia del submarino en forma de tiburón no queda lejos de la realidad. Piccard presentó en 1947 el invento del batiscafo, que le permitiría alcanzar los 3. 150 metros de profundidad en Cabo Verde en 1953. Para entonces, el profesor Tornasol ya se había paseado por los arrecifes inmerso en su nave submarina.
Y así como Tornasol aparece en dos álbumes dedicados a la carrera espacial, “Objetivo: la Luna” y “Aterrizaje en la Luna”, el auténtico Auguste Piccard ascendió a la estratosfera, a cerca de 16.000 metros de altitud, en una cabina elevada por un globo aerostático. Hizo el viaje junto con su mujer (que era fotógrafa), en 1931.
El amor por la ciencia fue algo contagioso en la familia de Piccard: su hijo y su nieto también se apasionaron con el conocimiento experimental.
Como curiosidad de las curiosidades, hay que añadir que Piccard tenía un hermano gemelo, Jean, lo que podía traducirse como un elemento más de comicidad en los álbumes de Tintín. Pero para entonces Hergé ya contaba con unos gemelos de primera: los hermanos Dupond y Dupont, que al español fueron traducidos como Hernández y Fernández, y se ganaron el favor de los lectores desde su primera aparición en “Los cigarros del faraón” de 1934.
Auguste Piccard no solo cautivó a Hergé. Años más tarde, en el filme “Star Trek” apareció el personaje de Jean-Luc Piccard, inspirado en el científico y su hermano gemelo. Pero eso merece otra historia…
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