Todo el mundo reconoce que conjugar trabajo y familia no es fácil. Por lo tanto, ¡vamos a congelar óvulos! ¿Es esa la solución?
La planificación familiar -cuándo y cómo han de tener los hijos las trabajadoras – ya no la hacen solamente los estados, como el caso de China. Tampoco la hacen los padres que serían en principio los que más derecho tienen a ello por tratarse de “su” familia, de “sus” hijos. Ahora es la empresa la que se preocupa por la planificación familiar de sus empleados.
La polémica ha llegado a España de la mano de la congelación de óvulos. El Club de las Primeras Marcas de la Comunidad Valenciana -una veintena de empresas reconocidas en diferentes sectores, con 25.000 empleados y un volumen de facturación de 4.000 millones-, anunció el pasado mes de noviembre que algunos de sus miembros habían alcanzado un acuerdo con el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) para ofrecer a su plantilla condiciones ventajosas en la preservación de óvulos, según informa el diario El Mundo.
Sabemos que en la actualidad una mujer tiene muchas dificultades en tener un hijo, a causa de su trabajo, pues si bien las empresas aceptan en sus convenios laborales la conciliación trabajo-familia, en realidad no ocurre así.
Estamos ante un sistema empresarial que ofrece a sus trabajadoras congelar sus óvulos pues tal vez “les conviene” retrasar los nacimientos por el bien de su carrera profesional. Y, de paso, gracias a este retraso de la maternidad, la empresa no ha de preocuparse de reducciones horarias o teletrabajo.
¿Es justo este planteamiento? A ver, qué es más importante, ¿una promoción laboral o tener un hijo?
¿Dónde está la libertad para ser madre? ¿Está la economía al servicio del hombre y la mujer o son éstos los que deben sujetarse a los criterios de las empresas en asuntos tan personales e íntimos como tener hijos?…
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No se defiende la libertad de las trabajadoras. Es una intromisión de la empresa en la intimidad de la pareja.
Alguien puede preguntarse, ¿qué pinta la empresa entre las sábanas de un matrimonio o pareja? ¿No son antes los derechos de las personas, de los trabajadores, frente a los derechos de la empresa?
Todo el mundo reconoce que conjugar trabajo y familia no es fácil. Por lo tanto, ¡vamos a congelar óvulos!
¿Es justo jugar con los óvulos de este modo? Ahora los congelo y ahora los descongelo, ahora los fecundo y ahora no.
Estamos viviendo la realidad de lo que imaginaba e utópico filósofo y escritor Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz. En este libro de hace casi un siglo, Huxley plantea una sociedad que ha erradicado el dolor y ha superado el sexo, con fecundaciones artificiales. El mismo Huxley acaba diciendo que si el mundo va por estos senderos, acabaremos con la “deshumanización del ser humano”.
Por mucho que adelante la genética y los laboratorios cultiven y trabajen con óvulos y espermatozoides, el hombre seguirá siendo hombre –ser libre creado por Dios—y la mujer seguirá siendo mujer—ser libre con la misma dignidad del hombre.
“No sé cómo arreglarlo”
El otro día me encontré un abuelo un poco triste. Se lamentaba de que su nieta vendía óvulos al mejor postor “para pagarse sus caprichitos”. Y añadía el abuelo: “No sé cómo arreglarlo”.
El valor de la vida nueva hoy pasa a un segundo plano por el egocentrismo e individualismo existentes.
No nos importa el futuro, sino solo el presente, y sobre todo mi “YO”.
El abuelo estaba triste. Los óvulos de su nieta van esparciéndose por el mundo sin ton ni son, al mejor pagador. “Mi nieta tendrá hijos no sé dónde… ni ella lo sabrá. Van a fecundar con esperma de no se sabe quién, los óvulos vendidos”.
Ya sabemos que hay anuncios en las paredes de algunas facultades universitarias e incluso en lugares públicos como los transportes, pidiendo óvulos a “mujeres sanas, rubias, de 1,70 metros de altura, con senos proporcionados…” con el fin de implantarlos a mujeres estériles. Ya sabemos que hay jóvenes que donan sus óvulos para tener dinerillo fresco, o incluso pagarse los estudios. ¿Cuántos hijos de esta mujer donante circularán por el mundo?
Maternidad a la carta planteada por la empresa
En África nacerán hijos de parejas de color con ojos azules y pelo rubio, y en Canadá nacerán niños de color, hijos de parejas rubias y de piel tan blanca casi como la nieve. Sabemos que empresas como Facebook, Google, Yahoo!, Appel, Uber y otras, han aceptado financiar total o parcialmente la congelación de óvulos de trabajadoras para que sean madres cuando convenga. El tratamiento viene a costar unos 3.500 dólares.
Ahora eso ha llegado a España de la mano de la empresa IVI (Instituto Valenciano de infertilidad) , que ofrece la congelación de óvulos a empresas como Caixa Popular, Arroz Dacsa, Nuncys y Bodegas Vicente García, que por unos 3.000 euros podrán beneficiarse de un descuento del 10 por ciento en el tratamiento de vitrificación (congelación a -196 grados) de óvulos.
Según el diario El Mundo los casos de preservación de óvulos en España —por motivos sociales, no terapéuticos– se ha multiplicado por 2,6 (261 por 100 en los últimos cinco años, frente al 1,25 (125 por 100) que lo son por motivos médicos. El presidente del Club Primeras Marcas, para la que trabaja IVI, Juan Manuel Baixauli, ha declarado que “estamos convencidos que en un futuro esta práctica será algo habitual”.
Todo esto es, mírese como se mire, una invitación a reducir y retrasar la maternidad, o tener una “maternidad a la carta y al servicio de las empresas”.
Desde un punto de vista cristiano, la maternidad y la paternidad no pueden estar al albur de una empresa o de un laboratorio de congelación, sino producto de la libertad de la pareja y del poder creador que Dios ha dado solo al hombre y a la mujer para continuar con la especie humana.
Los sindicatos no están de acuerdo con este planteamiento. ¿A quién beneficia la congelación de óvulos? ¿A la madre? ¿Al hijo? O a la empresa. Coti Ibarra, de Comisiones Obreras, afirma: “No tiene sentido retrasar la maternidad, congelando óvulos, hasta los 40 años, pues al tener el hijo, la mujer seguirá pidiendo flexibilidad de horarios en la empresa”. Además, para tener un hijo no es lo mismo 40 años que 27. La mujer tiene menos energía a los 40
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