A la oscarizada actriz y directora de cine californiana le parece que este tipo de cine embrutece a las masasTenso ha arrancado el año cinematográfico, a tenor de las últimas declaraciones de Jodie Foster (El silencio de los corderos), que a sus 55 años sigue recordándonos que no tiene pelos en la lengua. Recientemente ha asegurado que el cine de superhéroes es malo, no tiene trasfondo psicológico y encima la cartelera de todo el mundo está llena de este subgénero, como algunos han sentenciado.
Y a Foster le da igual el origen de la factoría. Sea Marvel o DC no hay piedad. Dice que reporta beneficios -menos mal- pero que este tipo de películas arruina los hábitos de la industria y que ir a las salas es lo más parecido a ir a un parque de atracciones.
Ante tal suma de despropósitos, las redes sociales han cargado contra ella. No sabemos si en su pasado o en su presente cinematográfico Foster tiene problemas de financiación o de exhibición de sus películas y la cartelera de superhéroes le supone un problema. Si fuera así, el razonamiento me parece una niñería. Pero pongamos las cosas en su sitio.
Nadie duda de que las adaptaciones del cómic a la pantalla son siempre injustas, puesto que es muy difícil contentar a todos los públicos. Es fruto del libre ejercicio de los gustos. Si bien es cierto que en la variedad reside el gusto. Precisamente por la fuerte oferta que hay del cine de superhéroes. Nada se le ha oído decir a Foster en torno al cómic, no llevado aún a la pantalla, Taxi Driver, que ha dibujado un taxista catalán de 52 años…
Para empezar, el cine de superhéroes no es cine menor, ni siquiera un subgénero. Ahí tenemos ejemplos lúcidos como Sin City, X-Men, Capitán América… Diría además que la proliferación en las salas de películas de este corte enriquecen la cartelera, y puntualizaría, además, que sí tienen a menudo un fuerte componente no psicológico sino antropológico, que es mucho más que descubrir el origen y los porqués de una historia.
Tampoco adoctrina a la masa, al espectador medio estas historias; muy al contrario le entretienen y ven en ellas lo que tal vez no pudieron detenerse a mirar en otro tiempo. Y es incierto que hayan variado la costumbre de la industria. Todo lo contrario, ha favorecido que la taquilla se anime, que ayude a recuperar a los espectadores que necesitan los cines, sea a través de la mayor recaudación con la entrada de cine o a través del consumo de palomitas. Y ya se sabe, a tanta acción, tanta palomita que nos comemos.
Al tratarse de cine con mucha acción, las ventas han crecido. Lo que me parece de traca es que, además, Foster sentencie que ir al cine a ver estas películas sea lo más parecido a ir a un parque de atracciones. No sé si lo expresa porque es lo que siente al entrar en el cine y ver alguna película tan distinta de las que ella frecuenta, o bien sea porque resulte incómodo acceder a los grandes multicines los días de estreno de estas películas.
O tal vez sea algo mucho más simple lo que Foster en realidad quiere expresar: está celosa, celosa de que triunfe un subgénero en el que ella no ha podido hacerse hueco. O hacerse notar. Hace tiempo que no sabíamos nada de ella.
Con todo y con esto, ha reaccionado un director de cine del gremio, James Gun, que ha admitido que la mayoría de franquicias “no tienen alma de alguna manera”, lo cual “es un gran peligro para el futuro de las películas”, pero asegura que “hay excepciones”.
A pesar de que el director de Guardianes de la Galaxia afirma que “respeta la opinión de Foster y su manera de ver la situación de Hollywood”, cree que la actriz valora el cine en función de “su propio crecimiento personal”, y no como un medio de “comunicación”, como hace él. Crear películas para espectáculos que sean innovadoras, humanas y reflexivas es lo que me entusiasma de este trabajo, sigue Gun. “Para mí, eso puede ser parte de por qué hago esto, pero gastar muchos millones de dólares en una película tiene que ser más que eso, es comunicación, así que mi experiencia no es más que un discurso en esa rueda”.
Bien está decir las cosas con sentido y sensibilidad. ¿Veremos más pronto que tarde a Jodie Foster haciendo un papel de superheroína? Seguro que sí. Lo que no sé es por qué así, de repente, Foster se atreve a pontificar sobre el cine de superhéroes con criterios tan endebles. En una industria como la del cine, donde todos somos parte de todo, las críticas de este tipo no hacen más que abrir otra brecha más entre compañeros. Como si no hubiéramos tenido suficiente con los casos de abuso sexual. En fin, Hollywood sigue en guerra.