Aunque no es una obligación, es un elegante gesto de educación y cortesía
Hoy en día, con la situación económica mundial, es común que se hagan reuniones de contribución donde cada invitado lleva algo diferente para el disfrute de todos y no es mal visto, sobre todo en la gente joven.
Pero en Navidad, no sé si por el ambiente festivo o los bonos, surgen muchas invitaciones a cenar donde los anfitriones se encargan de todo y tú sólo pones tu presencia.
En estos casos (y todos los que se le parezcan), creo que es más que pertinente llegar con un lindo detalle de agradecimiento cuyo valor no radica en el precio sino en reconocerle a los anfitriones su esfuerzo de preparar una linda velada para ti, bien sea una amiga tuya de toda la vida o hasta tu jefe o socio de trabajo.
Una opción común es llevar un ramo de flores, pero esto no es tan buena idea, ya que probablemente ya la anfitriona o anfitrión de la casa compró sus favoritas para decorar y a lo mejor las que tú le llevas no combinan o ya no le queda ningún jarrón libre (y lo que menos necesita es estar buscando algo para poner tus flores mientras vigila que todo marche bien en la cocina).
Un buen obsequio puede ser una botella de vino (o del licor de su preferencia) pero sin esperar que la abra esa noche y hacérselo saber. Ya el anfitrión tiene todo preparado y no necesariamente lo que tú llevaste va bien con la comida que servirá. ¿La están pasando de maravilla y decidieron abrirla?
No hay problema, pero que el organizador sepa que es un regalo especial para él y no sienta presión de compartir ese día. Si es muy amante de los vinos, también puedes llevarle un bonito accesorio, desde unos lindos marcadores de copa hasta un medidor de temperatura o un buen saca-corcho. ¿Prefiere el whisky? Pueden ser las pequeñas rocas que se mantienen en el refrigerador para no hacerlo con hielo y evitar un exceso de agua en el trago.
Otro obsequio que no recomiendo es llevar comida que no fue solicitada. Con esto no me refiero a una caja de ricos bombones de chocolates o un set de mermeladas gourmet no refrigeradas (ambas excelentes ideas), sino por ejemplo llevar un dip o una mousse que, evidentemente, son para comer en el momento. No sólo le rompes el menú y la organización a los anfitriones, sino que nuevamente los pones en el apuro de buscar los accesorios para servirlo.
¿Otras buenas ideas de regalos? Un buen libro, velas decorativas con fragancia (aunque primero lee el artículo que hice sobre el posible peligro de algunas de ellas), una planta (pero ya en su envase) o un accesorio sencillo para el hogar (como una linda tabla para quesos, por ejemplo).
Hay quienes prefieren no llevar nada el mismo día de la cena sino mandarlo al día siguiente junto a una nota de agradecimiento. Esto también funciona perfectamente. ¿No te gusta llegar con las manos vacías? Puedes optar por cualquiera de las opciones que te mencioné antes y, al día siguiente, también mandarles una pequeña nota de agradecimiento (una tarjeta escrita de tu puño y letra es mucho más especial, pero también se puede hacer de forma electrónica).
Recuerda, no tiene que ser nada demasiado extravagante ni costoso. Es un gesto para darle las gracias por su hospitalidad que, aunque no es requerido, es un detalle que hace la diferencia.