Fue declarado el estado de excepción minera tras el derrumbe de una escuela católica
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“En el aula cercana estaban trabajando en ese momento 37 niños más una docente. Fue un milagro de la Virgen que la puerta fuera un llamado de atención y no pase que se desfonde el piso, porque entonces hubiésemos estado lamentando vidas”.
Con estas palabras reproducidas a través de un extenso reportaje de BBC Mundo, Mariuxi Cango, directora de la escuela de La Inmaculada Fe y Alegría de la localidad ecuatoriana de Zaruama, dio cuenta de una situación ocurrida en 2016 que terminó transformándose en un llamado de atención a nivel nacional.
Tanto la maestra como los alumnos tuvieron que ser evacuados debido a que debajo de la histórica escuela –cerca de cumplir 100 años y otrora en manos de las Hermanas de la Caridad- había un socavón (hundimiento en el suelo).
“Villa del Cerro de Oro de San Antonio de Zaruma” es el nombre oficial de este lugar ubicado en la provincia de El Oro en Ecuador. Se trata de una hermosa ciudad declarada en el año 1990 como Patrimonio Cultural de Ecuador, al tiempo de seguir siendo desde hace años candidata a patrimonio cultural de la humanidad de la Unesco.
El oro forma parte de la esencia de este lugar -no en vano está presente en su nombre oficial y hasta en la provincia que la acoge-, pero con el correr de los años aquello que tanto deslumbró a la actividad minera como a sus habitantes se terminó convirtiendo en una amenaza.
En ese sentido, lo acontecido en esta escuela, que terminó en derrumbe debido a su debilidad en la infraestructura, provocó que el presidente Lenín Moreno suspendiera las operaciones mineras legales en zonas que puedan afectar la zona de exclusión establecida en 1993 en Zamura y decretara el estado de excepción.
También se creó un comité de gestión para tratar la problemática y una asignación económica para la estabilización de las zonas en riesgo.
Precisamente, la activada minera desarrollada en el lugar desde hace muchísimos años ha llegado a una situación tan delicada que algunos hasta se animan a representarla con la imagen de un “queso gruyere”: una ciudad totalmente agujereada en su subsuelo por la fiebre del oro.
El socavón de la escuela La Inmaculada Fe y Alegría no es exclusivo y desde hace mucho los vecinos vienen denunciando las constantes explotaciones debajo de esta ciudad y la presencia de galerías subterráneas.
A la hora de encontrar culpables, los primeros en ser señalados son aquellos que llevan adelante la minería informal, también conocidos como “sabaleros”. No obstante, para la propia directora de la escuela derrumbada también la minería formal tiene su gran cuota de responsabilidad a pesar de que en el año 1993 se declarara zona de exclusión y se vetara la actividad en 70 hectáreas de la ciudad (ampliada en 2016 a 170 luego de lo acontecido en la escuela).
En tanto, esta situación también provocó que el turismo se viera afectado en esta zona. Justamente, entre las propuestas para que la minería empiece a tener cada vez menos influencia en esta localidad aparece el turismo como alternativa de desarrollo.
El estado de excepción para la minería fue prorrogado por 30 días más el pasado 15 de noviembre y todo gracias al “sacrificio” de una histórica escuela con el sello de la Inmaculada, lugar en el que ahora se aprecia un enorme vacío.
Solo resta esperar que haya solución para que no se siga agravando la situación generada por la histórica fiebre del oro de esta hermosa ciudad patrimonial ecuatoriana caracterizada por sus coloridos edificios coloniales.
Con información en base a BBC Mundo y medios locales