El paro provoca graves efectos psicológicos y sociales. Quien lo padece puede sentir una gran insatisfacción vitalEl trabajo constituye un medio de supervivencia económica y un factor de desarrollo de la vida, social, política, cultural y personal, que funciona, además, como fuente de salud y de enfermedad, de bienestar y malestar físico, psíquico y social. Por ello, los cambios y las crisis relacionadas con el trabajo son muy relevante desde el punto de vista psicológico.
El mundo del trabajo sufre dos deficiencias importantes: por una parte, la limitada oferta de trabajo y por otra, la baja calidad de los empleos. Una vida laboral precaria hace a las sociedades más vulnerables y se considera como un problema de salud pública de primer orden.
El desempleo, un problema psicosocial
Actualmente, los parados mayores de 45 años, víctimas de downsizing (reducción de plantilla), outsourcing (subcontrataciones) y demás ocurrencias del experimentan del new management, experimentan una preocupante inestabilidad provocada por graves problemas de reubicación laboral.
Los efectos psicológicos y sociales del desempleo son numerosos y graves pues, en resumen, provocan malestar e insatisfacción con la vida presente. A continuación te expongo varios:
- Incertidumbre y desconcierto existenciales, pesimismo, depresión, desesperanza y desmoralización
- Sentimientos de inseguridad, vulnerabilidad e indefensión, de fracaso, de ineficacia, de frustración y de injusticia
- Baja autoestima
- Desorganización del tiempo cotidiano
- Déficit de roles, status, poder, prestigio, reconocimiento e identidad social
- Dependencia económica, social, ideológica y moral;
- Restricción de interacciones sociales por imposibilidad de vinculación a grupos laborales
- Alienación profesional, por obsolescencia y degradación de competencias laborales y por inviabilidad de planes de carrera
- Desarticulación de proyectos personales, profesionales y organizacionales
- Incapacidad para construir una narración autobiográfica laboral significativa, evasión del paro hacia refugios sociales (prejubilación, enfermedad, invalidez, status estudiantil o de ama de casa…) y hacia paraísos artificiales, de la mano de alcohol, tabaco, fármacos u otras drogas.