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¿Cuenta en algo mi identidad?

IDENTITY
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Javier Fiz Pérez - publicado el 02/11/17
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Nunca dejamos de preguntarnos “quién soy yo” En la vida del hombre y la mujer están siempre presentes las preguntas: ¿quién soy yo?, ¿quiénes somos nosotros?

En el transcurso de la vida se les da respuesta una y otra vez, sin contestarlas jamás completamente. Por mucha claridad que a veces se alcance, estas preguntas vuelven a surgir.

Para la psicología, la identidad es una necesidad básica del ser humano en tanto poder responder a la pregunta sobre quién soy yo. Es tan necesario como recibir  afecto o el alimentarnos. La respuesta que se logra no es absoluta y siempre está cambiando, pero nunca dejamos de buscarla.

¿Qué es la identidad?

La identidad es como el sello de la personalidad. Es la síntesis del proceso de identificaciones que durante los primeros años de vida y hasta finales de la adolescencia la persona va realizando.

Se puede afirmar, entonces, que la identidad tiene que ver con nuestra historia de vida, que se ve influida por el concepto que tenemos de “nuestro mundo” y de la época y lugar en que vivimos. Digamos que se produce por un lado los que los psicólogos llamamos cruce individuo-grupo-sociedad y, por otro, de la historia personal con la historia social.

Un devenir constante

¿Acaso la identidad puede permanecer estática, inmutable, sin transformación alguna en este mundo tan cambiante?

Parece que la incertidumbre del entorno en el que habitamos también trasciende las fronteras personales de la construcción subjetiva de la identidad. Sin embargo, hay algo que parece quedar inalterado, a salvo de la confusión que impera alrededor.

No hay que olvidar que la identidad es un “devenir constante”: una parte admite cambios y otra, permanece inalterable.

El reconocimiento 

Todo ser humano busca el reconocimiento por parte del grupo. Este hecho lleva consigo el cumplimiento de determinadas expectativas del grupo.

El riesgo de cumplir con las expectativas de los demás es que las mismas se encuentren en franca contradicción con los propios deseos o metas de desarrollo del individuo.

Para empezar, es importante dejar en claro que la familia es la institución por excelencia desde donde se empieza a descubrir la propia identidad, tanto personal como social.

Los ciclos vitales 

Las identidades no son estáticas sino que el individuo las va construyendo según las circunstancias y las diferentes etapas de desarrollo.

Tener en cuenta el ciclo vital en el desarrollo de la propia identidad es un legado de Erikson. Fue él quien comprendió que la personalidad de un sujeto madura por fases, fases universales del desarrollo de todo ser humano.

La identidad al completo

Para comprender la identidad en su totalidad conviene saber que está compuesta de los siguientes subsistemas o partes:

1.   La identidad sexual: Es la que implica asumir las cuestiones inherentes al sexo biológico, la feminidad, la masculinidad, el rol como hombre, como mujer, y como tales en relación al otro.

2.    La identidad física: Afecta a la aceptación del propio cuerpo, y de este en relación con los demás.

3.    La identidad psicológica: relacionada con la autoestima, la resolución de conflictos familiares y personales, la actitud, el control y el manejo de los impulsos y las emociones.

4.   La identidad social:  Forjada por el grupo social de pertenencia (clase social), el religioso y los grupos secundarios de interacción (amigos, compañeros de estudio, trabajo). Los grupos sociales actúan como redes de apoyo y de sostenimiento o marco de referencia para el sujeto.

5.    La identidad moral tiene que ver con los valores, los códigos de ética personal, las pautas sociales y culturales.

6.    La identidad vocacional Afecta al proyecto de vida, a la realización de una vocación o al descubrimiento de lo que quiero hacer y ser en cuanto a profesión y ocupación.

Una sana identidad es la base para la construcción y realización de la propia vida del modo más sereno, armonioso y fecundo.

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