Una ferviente defensora de la riqueza natural de la región y de su gente “Formar ‘Parabiólogos’”. Esa es la calve, o sea, educar a “guardianes” de la naturaleza. Precisamente, ese fue el objetivo que persiguió por más de una década Érika Cuéllar, una mujer y bióloga boliviana que viajó a la zona del Gran Chaco (una vasta región semiárida y zona protegida compartida principalmente por Bolivia y Paraguay) para formar a comunidades locales en la conservación de su territorio.
“Es fundamental hacer participar a la gente como personas que tienen que estar integradas en los procesos de toma decisiones”, asegura Cuéllar en diálogo con El Mundo.
Es que esta mujer además de deslumbrarse por la riqueza natural de esta vasta región, lo que más la cautivó fue su gente.
“Para mí fue un gran hallazgo encontrar a esta gente maravillosa, muy organizada, y con una visión de perpetuar sus recursos”, señaló a ese medio recientemente esta mujer, quien además fue galardonada en el año 2012 con el Premio Rolex (una distinción a la iniciativa).
Este amor por la gente hizo que pudiera impulsar un proyecto de conservación y trabajo con los indígenas de la zona para capacitarlos de forma integral como investigadores y custodios de los recursos naturales. Entre otras cosas, estas personas reciben instrucciones sobre primeros auxilios, “biología, ecología y hasta medicina veterinaria” (ver aquí acercaciencia).
“Los ‘parabiólogos’ que se graduaron la primera vez se sintieron capaces de obtener un título luego del desafió del curso de más 800 horas de entrenamiento. La felicidad que ellos mostraron y la satisfacción y el orgullo de sus familiares fue algo muy importante en la vida de estas personas. Me parece que de algún modo yo aporte en la autoestima de estos jóvenes y espero que esto hubiese contribuido de manera positiva en sus vidas”, comentaba hace un tiempo a ese portal especializado.
El guanaco también en foco
Además de su amor por las comunidades locales y este esfuerzo de capacitación, Cuéllar también trabajó de forma destacada en la protección del guanaco (un camélido sudamericano). Debido a algunos factores como la cacería deportiva o la propia destrucción del entorno, esta especie se ha extinguido en varios puntos del continente. Sin embargo, Cuéllar ha logrado que se establecieran grupos de crías para favorecer su expansión.
El trabajo de esta mujer sin dudas lleva esperanza a la región y a su gente. Una noble iniciativa al servicio de la “casa común” (Laudato Si). Pero no se agota aquí, sino que va por más y ya piensa en llevar su idea a otros lugares como Ecuador o la propia Patagonia argentina.
Con información de El Mundo y acercaciencia