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¿Sabes quién inventó la flecha amarilla del Camino de Santiago?

ŻÓŁTA STRZAŁKA, CAMINO
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Magdalena Galek - publicado el 05/10/17
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Millones de peregrinos llegan a Santiago de Compostela guiados por las flechas amarillas. Conoce la interesante historia de su origen

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Durante el camino, la flecha amarilla es la mejor amiga del peregrino. Seas un holandés, una alemana, un polaco o una chilena que vive en Montreal – como peregrino, quieras o no, amas esta señal amarilla. ¿Pero por qué? – Tal vez pregunte alguien quién nunca ha oído del Camino de Santiago.

Bueno, la respuesta es simple: si quieres comer algo aparte de las moras del bosque, si quieres tomarte una ducha y dormir en una cama, sigue las flechas amarillas. Ellas te llevan al albergue más cercano (o refugio) y finalmente a Santiago de Compostela en España, donde los peregrinos creen que está enterrado el cuerpo del Apóstol Santiago el Mayor.

 ¿Qué hacía San Jacobo (Santiago) en Europa?

Pero, un momento… ¿Qué hacía un judío de Asia occidental en Europa? Bueno, todo sucedió por motivo del… Evangelio. Después de la resurrección de Jesús y de la ascensión al cielo, Dios envió el Espíritu Santo a los apóstoles (entre otros a Santiago), y entonces una de las últimas palabras de Cristo comenzó a ser cumplida: seréis mis testigos en Jerusalén y en toda Judea, Samaria y hasta lo último de la tierra (Hechos 1,8b).

Entonces los apóstoles dividieron el mundo conocido como un pastel de cumpleaños en zonas misioneras, y la zona de la Península Ibérica le fue asignada a Santiago. Después de varios años de predicar el Evangelio, San Jacobo regresó a Jerusalén, donde, desafortunadamente, fue asesinado por orden de Herodes Agripa I. Su cuerpo fue transportado (como algunos creen, de forma milagrosa) a la zona conocida hoy como España.

La tumba olvidada del Apóstol Santiago

Pero la tumba de Jacobo fue olvidada. No es de extrañar, entre los siglos III y IX los cristianos no podían vivir con normalidad en estas tierras y con frecuencia escapaban de la persecución de invasores extranjeros. Pero finalmente, como dice la leyenda, una noche de 814 el ermitaño Pelagio vio unas extrañas luces en el cielo y muchas estrellas cayendo sobre una de las colinas. Se subió a una de ellas y encontró la tumba de San Jacobo.

Estas circunstancias fueron consideradas un milagro y pronto los primeros peregrinos comenzaron a llegar, ¡hasta el mismo Rey de Asturias Alfonso II El Virtuoso!, quien empezó su peregrinación en Oviedo y hasta el día de hoy es el punto de partida del camino Primitivo – la primera y más antigua ruta de Santiago de Compostela.

La muerte de los peregrinos en el Camino de Santiago

¿El rey Alfonso siguió las flechas? Por supuesto que no. Los primeros peregrinos tampoco. Muchos murieron perdidos en las montañas. Con el paso del tiempo, en el camino se empezaron a colocar cruces de piedra que indicaban la dirección de la marcha. Pero aún así, hasta los tiempos modernos los peregrinos se han quejado de que en las montañas cubiertas de nieve eran incapaces de reconocer el camino.

Las flechas amarillas en el Camino de Santiago

En una ocasión, tal pena fue escuchada por Elías Valiña Sampedro, párroco de O Cebreiro, una localidad gallega en la ruta del Camino Francés. Conocía la importancia de la peregrinación a Santiago y quería guiar a los peregrinos hacia su parroquia para ayudarles en el camino.

Un día, cuando vio a unos trabajadores pintando las líneas de la carretera y la gran cantidad de pintura que les había sobrado, no dudó y se la compró. En toda el área pintó flechas amarillas, indicando la dirección de la marcha. Sin embargo, aún sobraba mucha pintura. “¿Qué hacer con ella?” – pensaba el padre Elías. Finalmente, cargó los cubos de pintura en el maletero de su viejo Citroën GS y condujo por toda la ruta francesa en España marcándola. Cuando la policía le preguntaba qué estaba haciendo, respondía que estaba “preparando una invasión”.

Hoy en día, por la mayoría de las rutas como Camino Primitivo, del Norte, Francés, Inglés, Portugués y otras, puedes avanzar con seguridad, siguiendo las flechas amarillas, y olvidarte de lo que significa perderse. Pero, francamente, en el camino de Santiago es bueno perderse a veces. Entonces tienes la oportunidad de confiar. ¿No es de lo que se trata el camino?

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