Los metamensajes del Papa Francisco desde Colombia Más allá de la reunión planteada con los obispos venezolanos en Bogotá; al margen del mensaje desde el vuelo hacia territorio colombiano al pasar sobre el venezolano, en oportuno desvío para sortear al temible huracán Irma que estremece al Caribe; y sin mencionar las esperadas expresiones hacia Venezuela y su situación que puedan tener lugar antes de que el Papa finalice su visita apostólica a Colombia, los venezolanos escuchamos atentamente, en este primer día de actividades pastorales, puntuales expresiones del pontífice cuyos ecos resuenan con gran fuerza sobre nuestra realidad.
Colombia lleva 60 años de conflicto. Nosotros casi 20. Pero nos parecen 100 porque ya el cuerpo apenas resiste. Cuando el Papa habla de “dejar atras una historia de violencia” y añade “soy vuestro hermano, deseoso de compartir a Cristo resucitado, para Quien ningún muro es eterno, ningún miedo indestructible, ninguna llaga incurable”, lo de menos es a quien efectivamente se dirija, nos está hablando a nosotros. De hecho, los periodistas de guardia recibiendo imágenes en la televisión caraqueña, intercambiábamos miradas en el silencio del estudio como compartiendo una secreta certidumbre: está hablando para Venezuela.
Cuando el sucesor de Pedro recuerda: “La paz exige de todos los hombres un coraje moral diverso” sabiendo “que se puede hacer de otra manera, por otros caminos, superando y evitando los mismos errores, nos está hablando a nosotros.
Cuando en la Casa de Nariño dijo: “no queremos que cualquier tipo de violencia restrinja o anule una vida más. Y quise venir para decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en este paso”, está también pensando en nosotros, nos está hablando a nosotros, a este país que acaba de perder más de cien vidas jóvenes en menos de cuatro meses a causa de la represión política. Las palabras del Santo Padre nos llevan a recordar otro viaje pontificio a tierra venezolana cuando Juan Pablo II nos regaló una frase de cuya fuerza hemos vivido de crisis en crisis: “No tengan miedo”.
Cuando el Papa Francisco dijo a más de 20 mil jóvenes que lo aclamaban en la capital colombiana “que la dificultades no los opriman, que la violencia no los derrumbe, que el mal no los venza”, esa inyección de ánimo inflama los espíritus venezolanos porque el mensaje del sucesor de Pedro no tiene fronteras. No importan las dificultades para que llegue, tampoco las limitaciones en su transmisión, el Papa está hablando un lenguaje que los venezolanos entendemos y poco a poco nos va moviendo el corazón, no solo porque está hablando desde un país hermano, sino porque su mensaje se genera en el propio vecindario, donde compartimos increíbles semejanzas en nuestra historia e idiosincrasia.
Mucha mella debe haber hecho cuando anoche soportamos la más larga cadena de medios radioeléctricos de que tengamos recuerdo durante el gobierno de Maduro. La excusa fue la instalación de una sesión de la inconstitucional ANC. Pero todos sabíamos que el Papa estaba con los obispos venezolanos y eso era suficiente razón para vetar las pantallas.
Sin importar que no seamos obispos ni colombianos, cuando el papa Francisco dijo a los prelados “ No traigo recetas, sólo pido paciencia” parecía hablarle a nuestra impaciencia y a nuestra incomprensión. El Papa Francisco habló a Venezuela durante toda la jornada de hoy: el que tenga oídos, que oiga