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¿Cómo tener sexo seguro? ¿Cuidándose?

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gpointstudio | Shutterstock

Luz Ivonne Ream - publicado el 06/09/17

El caso de Karla y Miguel no es aislado. Muchas mujeres desconocen todas las consecuencias de lo que le permiten a él

¿Cuídate? ¿¡Pero de quién o de qué!? Digo, para cuidarte de algo o de alguien es porque de antemano sabes que te va a hacer daño, que te puede destruir. Por lo tanto, ¿por qué regalar tu cuerpo en un ambiente donde anticipadamente sabes que corres algún peligro? El único “sexo seguro” que existe es aquel que se practica dentro de un entorno seguro. ¿Y dónde está el entorno seguro?

Ella es Karla y nos cuenta lo que fue vivir un noviazgo tóxico y las consecuencias reales de las que no se habla.

Karla y Miguel eran una pareja de noviecitos como hay tantas, de 16 y 17 años respectivamente. Ella venía de una familia con una moral recalcitrante, dogmática y extremista donde la palabra sexo ni se pronunciaba. Su mamá era tan puritana que la primera vez que Karla tuvo su período la mamá le dejó de hablar. Así de absurda era su moral. La familia de Miguel era lo contrario. A él lo educaron con la idea de “acostarse” con cualquier mujer que se le antojara, pero que, eso sí, que fuera responsable y usara preservativo. Por supuesto que el chamaco llevaba su buena dotación de estos a dondequiera que iba.

Hormona mata neurona

Con Karla y Miguel pasó lo que hoy pasa con muchas parejitas, “hormona mata neurona” y muy pronto comenzaron a tener relaciones sexuales siendo casi unos niños. No les puedo llamar como comúnmente les llaman: “relaciones prematrimoniales” porque estas lo que menos hacen es preparar ni llevar a la pareja hacia el matrimonio. Por ejemplo, las “pláticas prematrimoniales” sí preparan para este y hacen bien. Lo otro no y, al contrario, hacen mucho mal.

Llevando alrededor de 4 años de una relación de noviazgo tóxico donde ambos se sentían propiedad uno del otro y los celos estaban a la orden del día, Karla descubre que Miguelito, su amado noviecito, le era infiel con muchas muchachitas. O sea que no solo se acostaba con ella, sino con cuanta mujer escoba con falda se le ponía en frente. Cuando supo de estas infidelidades Karla se quiso morir. Todo su mundo se le vino abajo y el dios que había creado en su novio se hizo añicos.

A Karla la educaron con la mentalidad de que la virginidad era lo “único” valioso que tiene una mujer y que, si la pierdes, ya no vales nada. Entonces, ella al haberse entregado a Miguel sentía que cuando fuera el momento tenía que casarse con él. Con nadie más podría hacerlo porque nadie más la aceptaría “usadita”. Pero ahora cómo podría ser eso si la había traicionado. Se sentía profundamente desilusionada. Ella le había regalado a él lo más valioso que tenía, su cuerpo, su “primera vez” y para él solo había sido un acostón más.

Karla le dio otra oportunidad, pero la relación se quebró. Ya había más rencor y reproches que nada, aunque la atracción sexual que había entre ellos era por demás candente. Ella de plano tuvo que poner distancia entre ellos para zafarse de ese “encamamiento” que había.

Pasaron algunos años, ambos siguieron con sus vidas y comenzaron a tener otras relaciones, pero el recuerdo de lo que ellos creían que era amor continuaba en sus mentes y corazones. Después de casi 3 años de haberse separado, Miguel le pidió que volvieran a ser novios. Le dijo que él nunca la había olvidado y le pidió perdón de todas las formas posibles. Ella le dijo que sí, pero le puso una condición: llevar un noviazgo “limpio”. Él aceptó. Durante más de 2 años vivieron un noviazgo “como Dios manda”, en castidad total y al poco tiempo se casaron.

En el corazón de Karla pasaba una cosa. De raíz nunca pudo perdonar las infidelidades de Miguel y aún así aceptó casarse con él después de varios años de “amigovios”. Ella me cuenta que muy en el fondo y aunque fuera en contra de sus principios siempre tuvo la venganza en mente porque el descubrir esas infidelidades había sido la catapulta para desarrollar desórdenes alimenticios como bulimia, además de que su imagen y autoestima se vieron profundamente dañadas. Dice que ella sentía que una “cucaracha” tenía más valor y dignidad que ella. Así de herida había quedado.

Una desgracia inesperada

A los 4 años de casados ya tenían 2 hijos, pero también ella portaba una enfermedad venérea de la cual no era consciente y que su amado Miguel le había transmitido, fruto de sus días de juerga y la cual se le había desarrollado en cáncer de matriz. A los veintitantos años Karla quedó sin posibilidades de tener más hijos gracias a una vida promiscua y azarosa que su esposo llevó. A ella se le vino el mundo encima y nunca pudo perdonar a su esposo que, aunque ese comportamiento lo tuvo antes de casarse, las consecuencias ahora eran que la había dejado sin posibilidad de concebir más hijos.

Karla, tontamente cumplió su deseo inconsciente de venganza y al tiempo dejó al esposo por otro hombre. Luego se divorciaron y la familia se destruyó.

¿Así que ten sexo porque no pasa nada? Como ven eso de que “no pasa nada” es un engaño porque sí pasa -y mucho- y eso él lo sabe. El vivir una vida de promiscuidad antes del matrimonio trae consecuencias que de momento no se aprecian. A la larga se paga un precio muy alto como les pasó a Karla y a Miguel. También él sabe que en muchas parejitas el paso entre tener relaciones sexuales, el quedar embarazados de un bebé que no estaba deseado y el aborto es muy corto. Y claro, los chamaquitos se aterran y lo siguiente es el aborto.

La castidad conviene. No es moda, sino una elección y estilo de vida. Papás, la peor educación sexual es aquella que no damos. Por lo tanto, eduquemos. Formemos a nuestros hijos en valores y virtudes que les hagan ser personas íntegras y fuertes para saber decir que no a toda moda que les reste dignidad, aunque el mundo los critique. Recomiendo que busquen el material de

habla sobre la abstinencia sexual y las consecuencias de embarazos no deseados, así como de las enfermedades de transmisión sexual que el preservativo no previene, entre otros temas.

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