Confidencias de su nuevo libro-entrevista permiten comprender su visión más íntima del cristianismoEntre los pasajes más interesantes del libro Política y sociedad (Ediciones Encuentro), destacan algunos dedicados a su visión de la Iglesia, en los que confiesa el miedo que le da la rigidez de algunos sacerdotes y obispos. Presentamos algunos de esos pasajes, frutos de encuentros con el sociólogo Dominique Wolton.
Los pasajes fueron adelantados en exclusiva por el magazine del fin de semana del diario parisino Le Figaro cuando se publicó la primera edición francesa del libro.
“Me da miedo la rigidez”
—Papa Francisco: Detrás de toda rigidez, se da una incapacidad para comunicar… Piense en esos sacerdotes rígidos que tienen miedo de la comunicación, piense en los políticos rígidos… Es una forma de fundamentalismo. Cuando me encuentro con una persona rígida, sobre todo si es joven, inmediatamente me digo que está enferma. El peligro es que buscan la seguridad. En este sentido, déjeme que le cuente una anécdota.
Cuando yo era maestro de novicios, en 1972, acompañábamos durante uno o dos años a los candidatos que querían entrar en la Compañía […]
Me acuerdo de uno de ellos, que nos parecía algo rígido, pero con grandes dotes intelectuales, y a quien yo consideraba como de muy buen nivel. Había otros muchos menos brillantes y me preguntaba si lograrían pasar. Pensaba que serían rechazados, pues tenían dificultades, pero al final fueron admitidos, pues tenían esa capacidad para crecer, para lograrlo. Y cuando llegó el test del primer estudiante, dijeron “no” inmediatamente.
“—Pero, ¿por qué? Es inteligente, tiene muchas cualidades.
—Tiene un problema —me explicaron— es algo inflexible, un poco artificial sobre ciertas cuestiones, algo rígido.
—Y, ¿por qué es así?
—Porque no está seguro de sí mismo. Da la impresión que esos hombres presienten inconscientemente que están ‘enfermos psicológicamente’. No lo saben, pero lo sienten. Por tanto, van a buscar estructuras fuertes que les defiendan en la vida. Se hacen policías, se alistan en el ejército o la Iglesia. Instituciones fuertes para defenderse. Hacen bien su trabajo, pero una vez que se sienten seguros, inconscientemente, la enfermedad se manifiesta. Surgen los problemas”.
Y pregunté:
—“Pero, doctor, ¿cómo se explica esto? No lo comprendo bien”.
Me respondió:
—“¿Nunca se ha preguntado por qué existen policías torturadores? Esos jóvenes, cuando llegaron, eran buenos chicos, pero enfermos. Después se sintieron seguros de ellos mismos, y se manifestó la enfermedad”.
Me da miedo al rigidez. Prefiero un joven desordenado, con problemas normales, que se enfada…, pues todas esas contradicciones le ayudarán a crecer.
“La Iglesia es el pueblo, y no los obispos, el Papa, los sacerdotes”
—Papa Francisco: Hay pecados de los dirigentes de la Iglesia, a quienes les falta inteligencia o se dejan manipular. Pero la Iglesia no son los obispos, el Papa, los sacerdotes. La Iglesia es el pueblo. El Concilio Vaticano II dijo: “El pueblo de Dios, en su conjunto, no se equivoca”.
Si usted quiere conocer la Iglesia, vaya a una aldea en la que se vive la vida de la Iglesia. Vaya a un hospital en el que haya cristianos que ayudan, laicos, religiosas… Vaya a África, donde se encuentran tantos misioneros. Entregan allí su vida. Y hacen auténticas revoluciones. No para convertir, en otra época se hablaba de conversión, sino para servir.
“Lo que más me impresiona de la Iglesia: su santidad fecunda, ordinaria”
—Papa Francisco: Hay m uchasantidad. Es una palabra que quiero utilizar en la Iglesia hoy, pero en el sentido de la santidad cotidiana, en las familias… Y es una experiencia personal. Cuando hablo de esta santidad ordinaria, que en alguna ocasión he llamado la “clase media” de la santidad…, ¿sabe usted en qué estoy pensando? El Ángelus de Millet. Esa es la imagen que me viene a la mente. La sencillez de esos dos campesinos que rezan. Un pueblo que reza, un pueblo que peca, y que se arrepiente de sus pecados.
Hay una forma de santidad escondida en la Iglesia. Hay héroes que se van de misión. Ustedes, los franceses, han hecho mucho, algunos han sacrificado la vida. Es lo que más me impresiona en la Iglesia: su santidad fecunda, ordinaria. Esa capacidad de santificarse sin llamar la atención.
“Todo sacerdote ya puede absolver el aborto”
—Papa Francisco: Durante el Jubileo de la Misericordia se amplió el poder de absolver el pecado del aborto a todos los sacerdotes. Atención, eso no significa trivializar el aborto. El aborto es grave, es un pecado grave. Es el asesinato de un inocente. Pero si se ha dado un pecado, hay que facilitar el perdón. Al final decidí que esta medida sería permanente. Todo sacerdote puede ahora absolver este pecado.
—Dominique Wolton: Su posición abierta y humanista suscita oposiciones en la Iglesia católica.
Piense en una mujer que mantiene la memoria física del niño, como sucede con frecuencia, y que llora, que llora durante año sin tener el valor de ir a ver al sacerdote…, ¿se da cuenta del número de personas que finalmente pueden respirar?
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