La vida de nadie es perfecta. Lo que hace la diferencia es la actitud perfecta que tomemos ante la vida
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La actitud es esa respuesta personal que tenemos hacia algún evento; es una elección. Podemos estar pasando por la experiencia más espantosa; sin embargo, elegir ver su lado amable depende de mí hacerlo. Todo, absolutamente todo tiene su lado luminoso, aunque de momento no lo veamos. Pero para lograr encontrarlo necesitamos tener la actitud correcta. Con la mano del tiempo y de la paciencia nos será más sencillo vislumbrarlo.
Una buena actitud -o actitud positiva- nos ayuda a cambiar nuestra forma de percibir las cosas, a verlas de manera distinta. La vida se vive de una manera muy diferente. Si el día amanece gris, una persona con una actitud positiva elige traer al sol por dentro y llevar su luz por dondequiera que pasa. Con la actitud correcta por más obscura que esté la vida siempre la podremos vivir con la esperanza de un mañana mejor.
Dolor y sufrimiento
¿Cómo lograr tener una actitud positiva ante los momentos difíciles? Aquí es muy importante que reconozcamos la diferencia entre el dolor y el sufrimiento. El dolor viene sin avisar, simplemente llega y a muchas personas les visita muy seguido.
El sufrimiento es una elección. Es decir, nosotros elegimos sufrir gracias a ese dolor que tan inoportunamente llegó. ¿Entonces quiere decir que no se vale llorar, berrear, gritar y hasta renegar cuando el dolor nos cercena el alma? ¡No! Lo que significa es que, en el momento oportuno, y si es el caso luego de haber pasado por el duelo pertinente, lo mejor es tratar de buscar y encontrar el lado positivo de ese dolor -o evento- y no quedarnos a vivir en el sufrimiento. Esta elección es una actitud. Lo ideal es no hacer del sufrimiento nuestra dirección permanente, sino que este sea una catapulta y así el siguiente evento que me invite a experimentar felicidad lo pueda vivir a profundidad y hasta con gratitud.
Recordemos que no son las circunstancias las que nos dan la felicidad, sino una buena actitud -o la actitud correcta- ante las circunstancias. La vida siempre nos presenta dificultades y la idea es que estas nos ayuden a crecer y sacar muchos frutos. Estos serán el resultado de la actitud con que yo enfrente esas contrariedades. De cada uno de nosotros depende si queremos ver esas dificultades como obstáculos en la vida o como oportunidades para ser mejores personas.
Tengamos la certeza de que siempre y en todo está la mano de Dios y un plan perfecto de salvación para cada uno de nosotros. El pasar una enfermedad, la muerte de un ser querido, un revés económico o simplemente el que mis planes no coincidan con los de Dios, no significa que me esté yendo mal.
¿Quieres ser feliz a pesar de las circunstancias, cuando pasas por momentos dolorosos o al enfrentar una crisis? ¡Cambia tu actitud!
- Ríndete. Haz lo que te toca y hasta donde puedas y déjale lo más pesado a Dios. Reconoce y acepta que no estás solo en esto. Y no hablo necesariamente de una compañía física.
- Cambia tu chip mental. O eliges ser víctima de la vida y de las circunstancias o comienzas por hacerte responsable de lo que hoy eres o estás pasando.
- Suelta cualquier miedo. Energéticamente, el miedo se siente y muy feíto porque paraliza y no nos deja ni cambiar, ni avanzar. Tan solo recuerda que “no temas” aparece 365 veces en las Sagradas Escrituras.
- Vale la pena reconciliarte con las circunstancias que te han tocado -o que has elegido- vivir y tratar de ver todo de una manera luminosa y alegre.
- Elige ser feliz a pesar de… A esta vida vinimos a ser feliz. Pues también a ser feliz se aprende, así que a aprender.
- Agradece por todo. El día de mañana, como tú ya pasaste por esa circunstancia, tendrás la oportunidad de poder ayudar a quien te necesite. Gracias a ese evento hoy eres quien eres y, mejor aún, puedes servir.
- Busca apoyo, el necesario. Busca y encuentra ayuda emocional, psicológica y espiritual tanto como lo necesites.
- Trata de vivir con la simplicidad de un niño. Sé cómo un niño. “Los niños – en su sencillez interior – llevan consigo, además, la capacidad de recibir y dar ternura. Ternura es tener un corazón de carne y no de piedra, como dice la biblia. La ternura es también poesía: es sentir las cosas y los acontecimientos, no tratarlos como meros objetos, sólo para usarlos, porque sirven…” (Papa Francisco).
- Vive libre, sin expectativas. Reconoce y acepta que cuando pasas por momentos difíciles la gran mayoría de la gente no va a lograr entenderte y hasta puedes perder amigos. Muchas veces hacemos cosas que a los ojos de los demás están “no permitidas” y nos juzgan muy duro sin saber que lo que estamos pasando es una crisis por un duelo o por cualquier otra circunstancia. La maravilla de estas crisis es que nos sucede como el árbol en el otoño, las hojas secas y podridas se caen para salir nuevas. Así o más claro…
- Reconoce y acepta que toda crisis trae consigo un milagro escondido, cambios positivos y enseñanzas maravillosas si elegimos caminar hacia esa dirección.
- Aprende a sentir. No hagas duro tu corazón por miedo a sufrir. Sonríe y llora cuando tu corazón te lo pida. El único requisito es siempre tener un pensamiento esperanzador. No bloquees ningún sentimiento. Vívelo al cien. Si necesitas gritar, grita. Busca un lugar de contención y hazlo. “Muchas veces nuestra sonrisa se convierte en una sonrisa de cartón, algo sin vida, una sonrisa que no es alegre, incluso una sonrisa artificial, de payaso. Los niños sonríen espontáneamente y lloran espontáneamente. Depende siempre del corazón, y con frecuencia nuestro corazón se bloquea y pierde esta capacidad de sonreír, de llorar”. (Papa Francisco).
- Haz una lista de tus bendiciones. Que tu primer pensamiento del día sea de gratitud hacia…
En este momento repite: hoy es un buen día para tener un gran día. Recuerda que la felicidad no es la ausencia de problemas sino la postura que elijas tener delante de ellos. La felicidad y una actitud positiva son un estilo de vida, una elección. ¡Venga! Cambia tu actitud para que cambie tu vida.