La tradición tiene más de 400 años y se trata de devoción que atrae a personas de diversas partes del mundo La festividad central será este 20 de agosto, pero desde hace semanas en Ecuador son miles los devotos que están preparando sus corazones para honrar a la Virgen del Cisne, una de las advocaciones marianas más famosas del país sudamericano y fuertemente venerada en el mes de agosto.
Popularmente conocida como “La Churona”, debido a sus cabellos rizados, esta imagen cautiva a todo tipo de personas, entre ellas extranjeros, provenientes de países como Perú, Colombia, además de peregrinos de otros continentes como Europa.
Representa un momento de mucha devoción, peregrinaciones, largas caminatas, celebraciones religiosas y al mismo tiempo genera un fuerte movimiento social en diversos puntos del país. Por ejemplo, en el mes de mayo, una réplica de la imagen -la original está puesta en la Basílica del Cisne en la localidad de Loja- se instaló por unos días en la Catedral de la Inmaculada de Cuenca, provincia de Azuay.
“La Virgencita sabe lo que hace con el pobre”, expresó a El Telégrafo Jorge Quezada, un vendedor ambulante de la zona de Cuenca, quien gracias al fuerte movimiento de personas que se dio debido a la presencia de esta imagen en ese lugar pudo generar ingresos extras para la semana.
Más recientemente, a comienzos de agosto, los pescadores artesanales fueron los encargados de venerarla con una colorida procesión náutica, un homenaje que se realiza desde hace más de 20 años en la provincia ecuatoriana El Oro, pero con presencia de personas provenientes de otras provincias como la propia Loja, Azuay, Pichinca y Guayas.
Entre los principales pedidos de estos devotos se encuentran mayor seguridad a la hora de salir a navegar y trabajo.
“Había mucho ‘pirata’, los pescadores no podían realizar su faena porque sus herramientas eran robadas y hasta perdían la vida”, recuerda a El Telégrafo uno de los pescadores e integrantes de la comisión organizadora de la procesión.
En los próximos días la devoción y las peregrinaciones continuarán, principalmente con una caminata de tres días a lo largo de más de 70 kilómetros para acompañar a la imagen desde la Basílica Nuestra Señora de Guadalupe de El Cisne (santuario nacional) hasta la ciudad de Loja, donde está la catedral.
Una devoción con más de cuatro siglos
El nombre de esta advocación se debe gracias a la denominada “Orden de los Caballeros del Cisne”, con origen en Europa, que solía construir iglesias en las cimas de las montañas en honor a la Virgen. Tutelados por los franciscanos, estos sacerdotes estuvieron vinculados a la fundación de Loja.
Se trata de una devoción con cuatro siglos de historia y las versiones en cuanto a su origen son variadas, indica en su sitio web la propia Basílica de El Cisne.
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Una de ellas tiene que ver con una aparición de la Virgen luego de una hambruna que asolaba a la región debido a una intensa sequía cuando sus habitantes habían decidido abandonar el lugar. Debido a esto, la versión indica que la Virgen pidió que se quedaran en el lugar y que su deseo era que allí se construyera una iglesia.
Con el correr de los años la devoción fue aumentando, los indígenas levantaron un santuario en el lugar y recién en 1934 fue el construido el que se mantiene hasta estos días. Incluso, un decreto del año 1826 a manos de Simón Bolívar permitió establecer una visita de la Virgen a la ciudad de Loja, además de una feria anual para su veneración.
Es por todo esto que esta imagen seguirá cautivando los corazones de los ecuatorianos, una tradición de muchos años y también polo de atracción para muchos otros que vienen de lejos, siendo la caminata de más de 70 kilómetros durante tres días una de las peregrinaciones más famosas de la región.