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Tijuana: Los migrantes no son una amenaza

MIGRANT
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Miriam Díez Bosch - publicado el 11/08/17
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El director de la Casa del Migrante en Tijuana, Pat Murhpy, cuenta a Aleteia cómo acogen a deportados, refugiados y migrantes

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Alerta ante el auge del racismo y la xenofobia, también entre católicos. Nos lo pide el padre Pat Murpny, sacerdote que nació en Nueva York pero que vive en la frontera entre México y los Estados Unidos de América en Tijuana, donde los padres scalabrinianos acogen a los deportados. Escuchar al padre Pat es entender inmediatamente que construir muros no es ninguna solución. Estos días ha estado en el encuentro catequético de Scala, la sociedad catequética de América Latina, en el Boston College, donde Aleteia ha podido escuchar su testimonio.

Migrante, deportado, refugiado… ¿en qué se diferencian, cuando llegan a las Casas del Migrante?

Para comenzar, te definiré las tres palabras desde la visión de Casa del Migrante:

Migrante: entendemos como tal toda persona que ha dejado su lugar de origen; ya sea por motivos económicos, violencia, falta de oportunidades, pobreza, desastres naturales, inestabilidad política, entre otros; con el objetivo de establecerse en otro buscando mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

Deportado: Todo mexicano que ha residido en los Estados Unidos o que ha intentado cruzar la frontera, ambos de forma indocumentada, que ha sido detenido y devuelto por las autoridades migratorias estadounidenses ya sea de forma voluntaria o expulsión inmediata.

Refugiado: Toda persona, no mexicana, que ha sido reconocida por las autoridades migratorias mexicanas como “refugiado”, bajo los supuestos de que no puede regresar a su país de origen pues su vida corre peligro, ya sea por su raza, religión, nacionalidad, género, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas.

En nuestro caso, el 90% de las personas a quienes servimos, son migrantes deportados desde los EEUU. Muchos detenidos por infracciones menores, otros expulsados después de cumplir sentencias en cárceles y otros detenidos en su intento de cruce indocumentado. Y mexicanos en tránsito del sur de México que buscan establecerse en Tijuana o cruzar a Estados Unidos.

Algunas personas que están acogidas provienen de Centroamérica

Exacto, el otro 10% corresponde a extranjeros, en su mayoría provenientes de Centroamérica que huyen de la violencia en sus países de origen, algunos de forma indocumentada y otros ya con su condición de “refugiados” reconocida y permiso de residencia  o visas por razones humanitarias. Otros pocos han llegado de otras nacionalidades africanas (Congo, Ghana, Nigeria, Sierra Leona, entre otros).

El caso de los haitianos fue una cuestión muy especial, no son “refugiados” como tal  pues no han sido reconocidos por las autoridades de esa forma. Todos llegaron hace un año de forma indocumentada y hoy en día, aquellos que decidieron quedarse en Tijuana, tramitaron una visa para poder residir de forma legal.

 

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Martha Silva-CC

 

¿Y todo esto es gratuito?

Para nosotros recibir estos diferentes flujos migratorios, es todo un reto que exige el constante mejoramiento y transformación de los servicios que brindamos a los migrantes de forma gratuita. Todos pensando que funcionen para atender cada una de las necesidades que cada grupo requiere (deportado, desplazado, en tránsito o solicitante de asilo).

El alimento que proporcionan no es sólo comida, sino orientación, atención médica, y apoyo espiritual. ¿Cuál es la mayor necesidad espiritual de las personas que acogen?

Como bien mencionas, con 30 años de experiencia, hemos consolidado una variedad de servicios para ofrecer a los migrantes, todos encaminados a brindarles un poco de soporte y estabilidad para que concluyan o continúen su plan migratorio (orientación psicológica, legal, para encontrar un empleo, trabajo social, entre otros).

La guía espiritual es de gran importancia, pues  fortalecer su fe en Dios, es clave para todas estas personas que ponen sus vidas en peligro o se encuentran en estados de desesperación o miedo. Tratamos de aliviar sus incertidumbres y preocupaciones por el futuro depositando su fe en Dios misericordioso. Como mencioné anteriormente, la mayoría de las personas que recibimos son mexicanas, y como tal un gran porcentaje profesa la religión católica, por tanto “volver a la práctica de la religión es volver a las raíces, es volver a casa”.  Saber que no están solos en su peregrinación, que sus familias están protegidas, una guía para saber qué hacer y que el perdón existe, son de las necesidades espirituales mas grandes.

Las leyes de Estados Unidos se han endurecido. ¿Qué se puede hacer para que la gente entienda que son inhumanas, además de contrarias al Evangelio?

Verás, cuando la intolerancia hacia los migrantes es promovida por el presidente de tu país y diferentes representantes de grupos de poder y comunidades, es bastante difícil convencer a las personas del daño que causa el endurecimiento de la políticas migratorias y el aumento del racismo y xenofobia, para los miles de migrantes de todo el mundo, que cada año intentan ingresar a los Estados Unidos.  Promover la conciencia sobre estas dificultades es un trabajo que debe hacerse en equipo, entre autoridades de ambos lados de la frontera, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil  y de los mismos migrantes.

Hay católicos que no ven mal el muro. ¿Qué les diría?

Estados Unidos construye muros, nosotros construimos puentes. El enorme muro que el presidente Trump pretende construir, va más allá de su simple construcción, representa un enorme mensaje de odio y ha convertido el muro en el corazón de miles de personas racistas y xenófobas. Nuestro deber como católicos es profesar el amor y generosidad de Dios hacia nuestros hermanos, no la división y rechazo hacia ellos. Los migrantes no son una amenaza, al contrario, son personas trabajadoras, honestas, soñadoras, fuentes de progreso cultural que solamente desean tener una vida digna y segura para ellos y sus familias.

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