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¿Qué tiene de especial la cárcel de mujeres que visitará el Papa en Chile?

PRISON
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Pablo Cesio - Aleteia Chile - publicado el 11/08/17
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“Cuando se encarcela a una mujer se encarcela a una familia”, dice la capellana de la cárcel de mujeres San Joaquín

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Un momento de suma tensión fue lo que se vivió en la madrugada del pasado 15 de junio. La situación provocó un fuerte despliegue de seguridad luego de que se confirmara el intento de fuga de dos reclusas en el Centro Penitenciario Femenino San Joaquín.

Disparos al aire y un protocolo especial a cargo de la Gendarmería y Carabineros fue lo que terminó provocando que el hecho no pasara a mayores y que rápidamente todo volviera a la normalidad.

Lo acontecido aquel día es tan solo un ejemplo de que, a pesar de ser especial por varios motivos, se trata de recinto carcelario no exento de los problemas cotidianos con los que tienen que convivir las personas privadas de libertad en diversos países de la región. En este caso, una cárcel de mujeres ubicada en Santiago.

Sin embargo, en los últimos días la rutina en ese lugar se vio sacudida con una noticia que llena de esperanza a quienes ahí están sufriendo por diferentes motivos. Nada más ni nada menos que la confirmación de que en el mes de enero de 2018 tendrán una visita particular, la del propio papa Francisco cuando llegue a Chile.

¿Qué tiene de especial este centro que acogerá tan anhelada visita? Una de las pistas se puede encontrar en alguien que conoce muy bien los corazones de las personas que ahí habitan y que viene desarrollando un trabajo exitoso junto a esas mujeres.

Su nombre es Nelly León, una religiosa del Buen Pastor que hace 12 años trabaja en el recinto carcelario. Cuando llegó al lugar se encontró con una situación crítica de hacinamiento y de “indignidad”.

A través de un reportaje realizad por La Tercera, esta capellana, directora de la Fundación Mujer Levántate,  habló sobre la situación actual de este lugar y cuáles son los sueños y aspiraciones de quienes ahí están.

Al momento de ser consultada sobre cómo le presentaría al Papa el recinto, expresó:  “Que este es un lugar donde viven muchas mujeres y que estamos luchando por su dignidad y que sean respetadas como hijas de Dios”, puntualizó.

“En la cárcel están los pobres entre los pobres”, continuó reflexionando la capellana, quien tampoco titubea al afirmar que “cuando se encarcela a una mujer, se encarcela a una familia”.  

Para Nelly uno de los aspectos más dolorosos de estas mujeres tiene que ver con el abandono a los hijos.

“Este es un tema muy duro de trabajar, tú le hablás de los niños a las mujeres y se derrumba hasta la más dura (…) es muy duro igual para un niño entrar a la cárcel. Si llegan el lunes al colegio y preguntan dónde fuiste el fin de semana, es muy duro para un niño decir fui a ver a mi mamá a la cárcel; además pasan por el allanamiento, donde le bajan su ropa y eso es muy impactante”, expresa a ese medio.

“La mujer sufre una triple condena, la condena por la que está pagando, el abandono de los hijos y la venganza de la pareja o de las personas que le tienen a los niños”, sentencia.

 

Un “patio católico”

Pero este centro tiene otras características que también lo hacen diferente. Por ejemplo,  la existencia del primer “patio católico” en una cárcel del país inaugurado en 2014 y que representa una clara señal del compromiso de la Iglesia local para con el tema carcelario.

Curiosamente, el nombre elegido para este espacio “Mandela”, de alguna manera, por lo que ha representado el líder sudafricano, un homenaje a la paz.  Consiste en un lugar que cuenta con la participación de más de 40 reclusas, tiene habitaciones, cocina y un ambiente para “dignificar la vida de las mujeres”, tal cual recordó la Conferencia Episcopal de Chile con motivo de su inauguración hace unos años

“Agradecemos a Dios por tener esta comunidad donde las mujeres se sientan acogidas, amadas en su ser de mujer y madres”, recordaba en ese momento Nelly.

En el mes de enero de 2018 este centro penitenciario volverá a ser noticia y será objeto de un fuerte operativo.  Pero ya no por lo que nos tienen acostumbrados los centros penitenciaros de América Latina y otras regiones del planeta.

En este caso el fuerte despliegue será por la llegada de una persona dispuesta a escucharlas, acompañarlas en su dolor, pero también en sus sueños. Seguramente con un mensaje directo al corazón donde “el nada está perdido” forme parte de la esencia.

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Con información de La Tercera y Conferencia Episcopal de Chile 

 

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