El coste del miedo a estar solo puede ser mayor que el de la soledad en síAsociamos la soledad con dolor y aislamiento. Nadie la añora; nadie la quiere. Este fenómeno está muy extendido. En Reino Unido, el 60% de las personas entre 18 y 34 años se sienten solas a menudo o algunas veces, según el estudio de 2010 de la Mental Health Foundation.
Puedes experimentar estados periódicos de soledad incluso cuando tus relaciones con los demás son satisfactorias. Por ejemplo, una mujer que está de baja por maternidad puede sentirse aislada y sola en ocasiones, al mismo tiempo que está felizmente casada. Cada vez que abandonamos una función importante de nuestra vida, aunque sea por un breve periodo, puede desencadenar un sentimiento pasajero de soledad.
La soledad se asocia principalmente con la falta de relaciones positivas. En nuestra vida de ritmo acelerado es posible experimentar soledad a la vez que mantenemos numerosas relaciones superficiales. Incluso los que tienen miles de amigos en Facebook pueden tener la impresión a menudo de estar solos.
No huyas del dolor
Remedios como un incremento de las actividades sociales pueden reducir la calidad de las relaciones individuales, además de que puede llegar a sentirse como una vía de escape más que un remedio para solucionar un problema de soledad.
Un estado así puede crear una tremenda cantidad de tensión, pero el distanciarte del deseo y la necesidad de intimidad puede, de hecho, incrementar esa tensión. Es un poco como el dolor; por naturaleza, queremos protegernos de experimentarlo.
Hay personas que huyen del dolor de la añoranza o la soledad a través de deportes o actividades laborales. Aunque algunas personas llevan una vida activa e interesante porque esa es su tendencia natural, otras personas hacen lo mismo para no sentir. El coste psicológico de huir de deseos profundos puede ser tal que “olvidamos” lo que de verdad nos importa. Y a veces el coste del miedo al dolor es peor que el dolor en sí.
El miedo a la soledad puede empujarnos a reprimir nuestros sueños, expectativas y a temer el rechazo. Pero la distancia que resulta del miedo a experimentar sentimientos difíciles en última instancia aumenta nuestros niveles de miedo y ansiedad.
Sé consciente de qué te daña
Afrontar el miedo a la soledad puede conducirnos a ser conscientes de nuestras auténticas necesidades. Esta consciencia de los deseos profundos, a cambio, nos da una oportunidad de entendernos mejor. La autoconsciencia, incluso del tipo doloroso, nos ofrece una elección: buscar las respuestas a nuestras necesidades o alejar esas necesidades. El dolor que se expresa de forma sincera se reduce con el tiempo.
El dolor asociado a un sentimiento de soledad merece ser compartido en una conversación segura con una persona de confianza. Es bueno buscar ayuda entre amigos y familiares en momentos de soledad.
Valorar la soledad
Un alcohólico sobrio lucha contra la enfermedad usando el método de “vivir el día a día”. ¿Por qué no mirar a la soledad con una perspectiva similar? La perspectiva del “aquí y ahora”, centrarse en la vida diaria, es un gran reto, pero también una inspiración. Según escribió Thich Nhat Hanh, “solamente hay un momento más importante, y es ahora”. Aquí y ahora no hay miedo. Solo una disposición atenta en el ahora ofrece la oportunidad de un contacto pleno con uno mismo.
La soledad, como sentimiento temporal, es bastante natural y puede ser una buena oportunidad para conocerse mejor uno mismo. Cuando pases por un periodo de soledad, no intentes enterrar el sentimiento en un horario ajetreado o montones de encuentros superficiales. Mejor acepta ese sentimiento y camina a través de él, permanece abierto a lo que pueda revelarte sobre tu corazón y tu vida. Y sobre todo, ten confianza en que hay una vida mejor al otro lado.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición polaca de Aleteia.