Se estrena ‘I Am Not a Serial Killer’, ganadora de varios premios de cine fantástico I Am Not a Serial Killer es, en principio, una propuesta interesante por cuanto mezcla tres géneros bien distintos: el indie, el drama de suspense y el fantástico de serie B. De esta manera, el filme acaba siendo tres películas distintas. El problema es que, a mi juicio, no todas están igual de equilibradas, como veremos más adelante. Y eso, a pesar de la cantidad de premios y nominaciones que ha recibido en varios festivales especializados en el género.
John Wayne Cleaver (Max Records, antaño protagonista de Donde viven los monstruos; su interpretación es lo mejor de la película que nos ocupa) es un muchacho que compagina los estudios con la ayuda a su familia en la funeraria del pueblo. Charla con un terapeuta porque cree que tiene tendencias propias de psicópata y observa con fascinación el lavado y preparación de los cadáveres.
Todo esto, y el abandono de su padre del nido familiar, le han convertido en un bicho raro, en un freak a ojos de los demás, lo que empuja a los abusones del instituto a meterse con él (primer tópico del guión). En este ambiente nevado, gélido, propio de Fargo (ambas están rodadas en Minnesota), alguien empieza a cometer asesinatos y el joven John quiere averiguar quién es. Su sospechoso principal es el señor Crowley, a quien interpreta un envejecido Christopher Lloyd, alguien que no es un asesino en serie… sino algo más extraño.
Durante toda la película John insiste en ser amable con la gente y hacer el bien, pues cree que eso puede ayudarle a resistir la tentación de destripar a alguien. Es un tipo que podría ser un psicópata en potencia o no serlo. En esa dicotomía se mueve el personaje a lo largo de la historia. Sus tendencias nos recuerdan a esos casos célebres en los que un adolescente luego mata a su familia o a sus vecinos, porque la pregunta siempre es: ¿podría haberse evitado?
Este aspecto, esa lucha interna para escuchar la voz del bien y de lo correcto y huir del mal y del asesinato, es lo más interesante del filme, dado que además entra dentro del cine indie: el retrato de un muchacho en un entorno del Medio Oeste Norteamericano, con sus aproximaciones a las chicas, sus merodeos por la localidad y las conversaciones con su único amigo.
I Am Not a Serial Killer también funciona como drama de suspense, donde un personaje observa a los habitantes, saca conclusiones y empieza a sospechar de quienes se mueven de manera extraña mientras continúan apareciendo cadáveres. Es en algunas de esas escenas cuando el espectador no sabe si el protagonista va a denunciar al sospechoso o a ayudarlo. Y donde los asesinatos son filmados de lejos, ahorrándonos el espectáculo gore.
Pero, hacia la mitad del filme, y como sucede en tantos largometrajes de índole parecida, aquel da un giro y se mueve en el territorio del fantástico de serie B, con ciertas escenas y efectos más o menos baratos que aniquilan la elegancia que hemos visto en los primeros cuarenta minutos.
Digamos que, a partir de cierto punto, hay una aproximación a Bajo la piel, tanto la novela de Michel Faber como la película de Jonathan Glazer, con la diferencia de que éstas aportaban complejidad y la historia urdida por el director Billy O’Brien junto al guionista Christopher Hyde se queda a medio camino. Tal vez sea porque la de Glazer partía de un libro profundo y la de O’Brien se basa en un best-seller juvenil de Dan Wells; y esto, lo queramos o no, a veces marca la diferencia.
Ficha Técnica
Título original: I Am Not a Serial Killer
País: Irlanda
Director: Billy O’Brien
Guión: Billy O’Brien y Christopher Hyde
Música: Adrian Johnston
Género: Drama / Horror / Thriller
Duración: 104 min.
Reparto: Max Records, Christopher Lloyd, Laura Fraser, Karl Geary, Bruce Bohne