Francisco advierte en su homilía de hoy que una obra de misericordia no es hacer algo para descargar la conciencia Las obras de misericordia no son un hacer limosna para descargarse la conciencia, sino una participación en el sufrimiento de los demás, arriesgándose y dejándose incomodar. Lo dijo hoy el Papa en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta en el día en el que la Iglesia recuerda a san Bonifacio mártir, apóstol de Alemania.
El punto de partida de la homilía de Francisco fue la primera Lectura, tomada del Libro de Tobías: los judíos han sido deportados a Asiria, un hombre justo, llamado Tobit, ayuda a sus compatriotas pobres arriesgando su propia vida, enterrando a escondidas a los judíos que han sido asesinados impunemente.
Tobit sufre la tristeza frente al sufrimiento de los demás. De aquí surge la reflexión sobre las 14 obras de misericordia corporal y espiritual. Cumplirlas, afirmó Francisco, no significa compartir lo que uno posee solamente, sino solidarizarse.
“Es decir, sufrir con quien sufre. Una obra de misericordia no es hacer algo para descargar la conciencia: ‘hago esto y me quedo más tranquilo, me quito un peso de encima…’ ¡No! Es compartir el dolor del otro. Compartir y solidarizarse: van unidos”, explicó.
“Es misericordioso el que sabe compartir y empatizar con los problemas de las demás personas. Y aquí la pregunta: ¿sé compartir? ¿soy generoso? -planteó el Papa-. Cuando veo a una persona que sufre, que está en dificultades ¿sufro yo también? ¿Sé ponerme en el lugar del otro? ¿En su situación de sufrimiento?”.
A los judíos deportados a Asiria les estaba prohibido sepultar a sus propios compatriotas: podían ser asesinados por ello. Así se arriesgaba Tobit. Hacer obras de misericordia, afirmó el Papa, no significa solo compartir, también arriesgarse.
“Muchas veces se arriesga. Pensemos aquí, en Roma. En plena guerra: ¡Cuántos se han arriesgado, comenzando por Pío XII, para esconder a los judíos, para que no fueran asesinados, para que no fueran deportados! ¡Arriesgaban su pellejo! Era una obra de misericordia salvar la vida de esa gente”.
El papa Francisco destacó además otros dos aspectos. Llevar a cabo obras de misericordia puede provocar burlas en los demás, como le pasó a Tobit, porque lo consideraban una persona que estaba haciendo locuras en vez de estar tranquilo y no buscarse problemas. Abandonaba su propia comodidad.
“Hacer obras de misericordia incomoda”, constató Francisco. ‘Tengo un amigo, una amiga, enferma, debería ir a visitarlo, pero no me apetece… prefiero descansar y ver la tele… estar tranquilo’. Hacer obras de misericordia es estar incómodo. Pero el Señor asumió la incomodidad por nosotros: llegó a ser crucificado, para concedernos misericordia”.
Quien es “capaz de hacer una obra de misericordia”, destacó el Papa, es “porque sabe que él ha recibido esa misericordia primero: el Señor se la ha concedido antes. Y si nosotros hacemos estas cosas, es porque el Señor ha tenido piedad de nosotros”.
“Pensemos en nuestros pecados, en nuestros errores, cómo el Señor nos ha perdonado: nos ha perdonado todo, ha tenido esta misericordia”, concluyó y nosotros “hacemos lo mismo con nuestros hermanos”. “Las obras de misericordia son las que nos sacan de nuestro egoísmo y nos hacen imitar a Jesús”.
Traducido por Aleteia del original publicado en Radio Vaticano