La descomposición natural que sucede tras la muerte puede ir más rápida o más lenta, dependiendo de las circunstancias. Pero inevitablemente, según dice el sacerdote el Miércoles de Ceniza (citando el Génesis), “eres polvo y al polvo volverás”.
Sin embargo, la Iglesia católica ha reconocido que, en raras ocasiones, ciertos cuerpos de santos no han sufrido el proceso de la descomposición. Esto se considera un acontecimiento milagroso; y en los casos más dramáticos el santo llevaba décadas o siglos enterrado y sus restos continuaban intactos.
El cuerpo de un santo siempre se investiga antes de ser canonizado; y, aunque la decisión última de la canonización no depende de la incorruptibilidad de sus restos, sin duda ayuda a la causa.
Según el padre William Saunders, esta incorruptibilidad es un:
“Signo de la santidad de la vida de un individuo”. Y “es indicativo de que los restos mortales de la persona están siendo preparados para la gloriosa resurrección del cuerpo”.
Aquí tenéis a seis santos que parece que hubieran muerto ayer, pero que llevan muchos años en el abrazo celestial de Dios.