Las reliquias contenidas en las “sagradas urnas” fueron llevadas por el soldado que atravesó con la lanza el costado de Cristo
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Las preciosas reliquias de Jesucristo han sido acogidas desde hace casi dos milenios en la Catedral de Mantova y se encuentran contenidas en las así llamadas “sagradas urnas”.
Las reliquias fueron llevadas a la ciudad lombarda por Longino, el soldado que atravesó con una lanza el costado de Jesús. De la herida salieron sangre y agua que, cayéndole sobre el rostro, le curaron los ojos enfermos y lo hicieron convertirte a la fe cristiana (http://www.turismo.mantova.it).
La llegada a Mantova
Longino, recogió la sangre que había empapado la tierra a los pies de la cruz, la custodió junto a la esponja que había servido para dar de beber a Cristo en el Gólgota. Luego llegó a Montova, donde escondió las preciosas reliquias en el hospital para los peregrinos en que había encontrado albergue.
El 2 de diciembre del 37 Longino fue martirizado en el distrito de Capadocia.
Reliquias “auténticas”
La caja con las reliquias fue encontrada en el año 804, en el jardín del hospital de Santa Magdalena, donde fue sepultada junto a Longino. En ese momento, el pontífice León III enviado a Mantova por el emperador Carlo Magno declaró la autenticidad, recibiendo como regalo una porción para el emperador.
Del monasterio a la basílica
Nuevamente ocultadas, temiendo su profanación por parte de los húngaros que amenazaban invadir Mantova, las reliquias fueron redescubiertas en el 1048, en la época de Beatrice y Bonifacio de Canossa que mandaron construir en el lugar del descubrimiento un monasterio benedictino y una iglesia, que luego fue destruida para dejar espacio al edificio de la actual basílica de San Andrés, querida por Ludovico II Gonzaga.
“La Barca de la Ascensión”
En el pasado, con ocasión de la exposición de las reliquias se llevaba a cabo la barca de la Ascensión organizada por los pescadores. Era una especie de espectáculo alegórico durante el cual algunos pescadores, interpretando a los apóstoles Pedro, Juan y Andrés, lanzaban peces y anguilas a la multitud llevándolos en una barca que cargaban desde la catedral de San Andrés.
Las doce llaves
Por tradición, cada año en la tarde del Vienes Santo se lleva a cabo la ceremonia para la apertura de las arcas que custodian los dos preciosos relicarios, que son expuestos a los pies del Cristo crucificado en el ábside de la Catedral
La apertura es una operación laboriosa que implica el uso de 12 llaves, conservadas por las autoridades eclesiásticas y estatales. Se van abriendo las cerraduras de las arcas una después de la otra entre el silencio de los presentes.
A los pies del Cristo crucificado
Cuando finalmente los dos relicarios están fuera, el obispo incensándolos pronuncia una oración.
Las sagradas urnas que sostienen una el obispo y la otra el sacerdote, recorren la cripta y las estrechas escaleras que llevan a la Basílica, luego las dos urnas con las reliquias se ponen a los pies del Cristo crucificado del lado izquierdo del ábside de la Catedral. Y este es el momento más solemne de la ceremonia.