¡Crecen tan rápido! No pierdas estas oportunidades de estrechar lazos con tus hijos – y de hacer excepciones a las normas
- Leerles en voz alta (mucho después de que puedan hacerlo por sí mismos)
Una vez que mis hijos ya pasaron la etapa de los libros infantiles ilustrados, como Buenas noches, Luna y los de Dr. Seuss, simplemente seguimos con nuestra costumbre. Seguí leyéndoles clásicos maravillosos como El león, la bruja y el armario, capítulo a capítulo. A menudo me ocupaba un tiempo que pensaba que no tenía, pero era una de las cosas más satisfactorias que hacíamos juntos. Leer en voz alta a los niños (y preadolescentes) estimula su imaginación e incrementa sus habilidades lingüísticas. Aunque tal vez lo más importante es que ofrece un rato compartido de tranquilidad que enfatiza un sentimiento de amor y seguridad. Recuerdo leerles Where The Red Fern Grows y llorar tanto al final que no podía ver la página que leía. Le pasé el libro a mi hijo y ¡él me leyó el último capítulo a mí! Nunca olvidó ese momento.
- Tomarse las vacaciones familiares soñadas
Ya sea Disneyland, Dubai o Denver, no temáis derrochar en una experiencia que aportará un sentimiento de unidad a la familia. Tal vez sintáis el pellizco económico en ese momento —o el escozor de una semana fuera del trabajo—, pero los recuerdos compartidos que crearéis no tendrán precio. Hay estudios que demuestran que es más satisfactorio gastar dinero en experiencias que en cosas materiales. Además, tanto la anticipación como el recuerdo de esas experiencias os hacen más felices que amontonar posesiones.
- Dejar que falten al colegio por enfermedad… aunque no estén enfermos de verdad
De vez en cuando, viene bien un día de higiene mental. (Como aquella película Todo en un día; debió de ser idea de la madre). Sugiero que papá y/o mamá también se hagan los enfermos para que juntos podáis acurrucaros en el sofá para ver una película y comer helado. Un día no les sacará del camino de sus matrículas de honor, aunque sí podría ser el mejor día que hayáis pasado juntos en mucho tiempo.
- Aprender de ellos
Uno de los aspectos más gratificantes de educar a los hijos es verles desarrollar sus propios intereses, aficiones y habilidades, ya sean en historia medieval o en trucos de magia. Mi hijo tocaba la trompeta y me introdujo a la música clásica. Me encantó que se cambiaran las tornas y que yo pudiera ser la estudiante en vez de la profesora, para variar. Si a tu hijo le apasiona algo, déjale que tome la iniciativa para enseñarte. Así él o ella ganará confianza y tú aprenderás algo nuevo.
- Pasar tiempo con cada hijo por separado
Yo tuve cuatro, así que sé que es difícil, pero de lo contrario os arrepentiréis de no haber dedicado un tiempo a solas a cada uno. La relación entre hermanos cosecha grandes beneficios, pero también impone mucho compromiso y mucho tener que compartir. Permite a tus hijos que se tomen un descanso de todo eso y regálales un día entero a solas contigo. Deja que el niño escoja las actividades y céntrate en las necesidades de uno solo, en vez de en la exigencias de muchos.
- Ponerse en su piel
¿Habéis visto alguna vez la película Ponte en mi lugar, donde la madre y la hija se intercambian y pasan una semana viviendo la vida de la otra? No es una mala idea. Cuando mi hija mayor recibía clases de equitación, con el tiempo yo también decidí probarlo. Aunque nunca me había subido a un caballo, supuse que tenía un buen conocimiento básico del deporte, después de todo, pasaba horas cada semana escuchando desde los márgenes al monitor dando instrucciones mi hija: “¡Ponte derecha! ¡Talones abajo!”. Lo admito, tenía este pensamiento poco considerado de que “¿de verdad es tan difícil seguir unas sencillas instrucciones?”. Luego, cuando llegó mi primera clase y el monitor me gritaba las mismas cosas, yo solo quería llorar: “¡Para! ¡No puedo recordar tantas cosas a la vez y mantenerme encima de esta bestia resoplante!”. Después me quejé durante días por las agujetas en mis piernas de gelatina. Lección aprendida… y no precisamente sobre cómo montar a caballo. Aprendí sobre las habilidades de mi hija, su persistencia y su arrojo (además de los beneficios de unas piernas más jóvenes y fuertes).
- Dejarles con sus abuelos
Puede que os ponga un poco inquietos, pero dejad a los niños con vuestros padres durante un fin de semana (o más). Todo el mundo saca beneficios: los niños pueden disfrutar de más caprichos y menos disciplina; los abuelos pueden tener una oportunidad para conocer mejor a sus nietos y vosotros obtenéis ese tiempo de descanso de la vida cotidiana que tanto necesitáis.
- Que cometan sus propios errores
A día de hoy todos hemos oído hablar de los “padres helicóptero”, que son los que no pueden dejar de sobrevolar las vidas de su progenie. Sin duda los niños necesitan orientación y ayuda, pero también necesitan aprender estrategias de adaptación. Deben reforzar su resistencia a la decepción y al fracaso y desarrollar competencias en la solución de problemas. Este tipo de habilidades solo se logran si se les permite actuar independientemente. Si los padres están ahí constantemente para cogerles en cada caída, corregir cada desacierto y arreglar cada problema, viviréis para lamentarlo. Y en último lugar será vuestro hijo quien lo sufra. Así que dad libertad en la cocina a vuestro hijo de 11 años y no os irritéis si se derrama la leche o se queman las galletas. Que vuestro hijo asuma sus propios errores y sus éxitos. A largo plazo, será mejor persona por ello.
- Invertir en su educación
Vuestra labor principal como padre y madre es criar a un hijo o una hija que llegue a ser una persona autosuficiente y cultivada espiritualmente. La mejor forma de hacerlo es asegurarte de que tu hijo recibe la mejor educación posible. Esto supone buscar las escuelas apropiadas, involucrarse en la escuela, pasar tiempo como voluntario, asistir a todas las reuniones entre padres y profesores, y estar disponible para ayudar al hijo en sus estudios. Invertir en educación pone a los niños en el buen camino hacia un futuro éxito vital y una vida en la que puedan tener un impacto positivo en sus comunidades y las personas a su alrededor. Cada hora que pasáis enseñando, orientando y apoyando estará bien amortizada. Para aseguraros de que estáis preparados, planteaos abrir una cuenta de ahorros para los estudios de vuestros hijos mientras todavía son pequeños. Los bancos ofrecen planes de ahorro universitarios con ventajas fiscales.
- Permitir que el estudiante supere al maestro
Enseñasteis a vuestros hijos a jugar al ajedrez, al baloncesto, al Monopoly, a tocar el piano… Y como sois los maestros, siempre deberíais ser los mejores, ¿verdad? Pues no. Es momento de dejarles ganar. Aunque bueno, para qué engañarnos, no hará falta que os dejéis. Con el tiempo os vencerán con todas las de la ley. Eso sí, os arrepentiréis si no asumís vuestra derrota con elegancia. Nada de lamentos ni excusas. Porque algún día ellos recordarán con cariño esos juegos e, incluso de adultos, descubriréis que todavía estarán encantados de buscar tiempo para jugar con vosotros.