Esmeralda Solís González está convencida de que eligió lo mejor para ellaEn muy pocos lugares del mundo como en el Estado mexicano de Jalisco puede ser tan verdadera la frase de Tertuliano (año 197 DC): “La sangre [de los mártires] es semilla de los cristianos”.
Comenzando por el beato Anacleto González Flores y terminando con multitud de mujeres y hombres desconocidos, anónimos, que cantaron “Que viva mi Cristo, que viva mi Rey, que impere doquiera triunfante su ley”, Jalisco dio miles de mártires en la Guerra Cristera de México (1926-1929).
El Seminario Diocesano de Guadalajara, la capital del Estado de Jalisco, es uno de los más numerosos del mundo y con 15 santos en su haber, Jalisco podría ser la provincia eclesiástica americana con el mayor número de santos que existe en la actualidad.
Quizá por ello no resulte tan complejo entender el paso que ha dado este año la joven de 20 años Esmeralda Solís González (12 de abril de 1997) después de ser coronada como reina de la belleza en su pueblo de Valle de Guadalupe, a formarse como religiosa entre las Misioneras Clarisas del Santo Sacramento.
Valle de Guadalupe es un municipio de Los Altos de Jalisco, donde se libró buena parte de la Guerra Cristera. En el centro del poblado que hace cabecera municipal, se encuentra la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, lugar de veneración de los alteños a la Reina de México.
Eligió mejor
De ahí salió Esmeralda, hija de una familia profundamente católica, al convento de las Misioneras Clarisas del Santo Sacramento y de los Pobres de Cuernavaca (en el Estado de Morelos). También abandonó su carrera como Nutrióloga para hacerse monja el pasado 25 de marzo, justamente en el Día de la Anunciación, que es el día del gran Sí de María.
Había conocido a las clarisas hacía cinco años. La vocación fue creciendo en ella. Luego de ser elegida reina de la belleza de Valles de Guadalupe, pudo haber seguido hacia el concurso estatal y quizá al nacional de Señorita México.
Pero decidió otro tipo de camino.
Y ha declarado: “Era muy feliz con todo lo que tenía, pero no se compara con la nueva felicidad que Dios ha puesto en mi corazón”. Y ahora quiere servir a Cristo “del modo más radical”: sirviendo en la misión de su nueva casa de formación religiosa.
La Congregación de Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento fue fundada por la beata mexicana María Inés Teresa Arias el 23 de agosto de 1945. Desde 1951 sus misioneras van por todo el mundo “ardiendo en celo apostólico, ofreciéndose a sí mismas por la salvación de las almas”, según se puede leer en su página web.
Son una rama contemplativo-activa cuyo lema dice su identidad profunda: “Oportet Illum Regnare” (“Urge que Él Reine”). Y, para ello, trabajan en clínicas, con grupos juveniles, en preescolares y escuelas, en residencias universitarias, dando ejercicios espirituales, siendo misioneras en México, Costa Rica, Argentina, Estados Unidos, España, Italia, Irlanda, Rusia, Japón, Corea del Sur, Indonesia, Sierra Leona, Nigeria, Vietnam e India.
Lejos de lo que, quizá, pensarían jóvenes de su edad y con su belleza, Esmeralda cree a pie juntillas que eligió mejor; que eligió a Jesús.