Sabe que se enfrenta a un peligro: Dos latinoamericanos previamente premiados con el Goldman han sido asesinadosEn Centroamérica, y varios asesinatos como el de Berta Cáceres así lo atestiguan, defender el medio ambiente, los derechos de los pueblos originarios ante las trasnacionales mineras o, simplemente, los derechos de la gente del campo a un nivel de vida digna, puede ser mortal.
Los defensores del medio ambiente suelen enfrentar en solitario, con grave riesgo de su vida, intereses combinados de empresas neoliberales y gobiernos corruptos. En medio está la gente pobre. Los “sin tierra”, que, muchas veces, son también los “sin nombre”.
Por ello que el líder indígena guatemalteco Rodrigo Tot (de 59 años de edad) haya sido elegido como uno de los seis ganadores del Premio Goldman, considerado “el Nobel del Medioambiente”, es motivo de reflexión sobre el fenómeno de la minería no metálica en Centroamérica y en los triunfos que puede obtener la sociedad civil organizada contra este monstruo de las mil cabezas.
El Premio Goldman se dio a conocer ayer en la ciudad de San Francisco (California, Estados Unidos) y junto a Tot, fueron premiados el estadounidense Mark López, el esloveno Uros Macerl, el indio Prafulla Samantara, la australiana Wendy Bowman y Rodrigue Katembo, de la República Democrática del Congo, por sus esfuerzos “sostenidos y significativos” para proteger el medioambiente, con frecuencia poniendo en peligro su propia vida.
No cambia la lucha
A Rodrigo Tot el jurado de este Premio, creado en 1989 por dos generosos los estadounidenses Richard N. Goldman y su esposa Rhoda H. Goldman y dotado con 175,000 dólares, le reconoce su papel decisivo para “guiar a su comunidad a una decisión judicial que sentó un precedente histórico” y “evitar que la destructiva minería de níquel se expandiera” en territorio guatemalteco.
Tot, entabló una tenaz lucha contra una gigante minera y las autoridades de su país para recuperar las tierras de su comunidad, lo que llevó al jurado de la Fundación Goldman a elegirlo por el “intrépido liderazgo de su pueblo y la defensa de su tierra ancestral” pese a los costos, como el asesinato de su hijo hace cinco años.
El líder indígena de los Q’eqchi que es, además de agricultor, pastor evangélico, dijo sentirse contento con el galardón “pero también me siento el mismo líder, la misma persona. Creo que eso sería un estímulo al trabajo que hacemos, pero estoy tranquilo”. Sin embargo, sabe que enfrenta un peligro: dos latinoamericanos previamente premiados con el Goldman han sido asesinados.
Latinoamérica es la región más peligrosa para los activistas medioambientales, con más de 570 asesinados entre 2010 y 2015, según la organización Global Witness con sede en Londres.