Jueves Santo, el Pontífice presidió la misa del Crisma en la Basílica Vaticana, la ceremonia de la renovación de las promesas sacerdotales y de la bendición del aceite para los enfermos En una misa dedicada a la renovación de las promesas sacerdotales, (ejercida por sacerdotes varones, porque así lo concibe la doctrina eclesial), el papa Francisco ha puesto como modelo evangelizador a una religiosa, una mujer santa: Madre Teresa de Calcuta. Lo hizo este 13 de abril de 2017, Jueves Santo, en la Basílica Vaticana.
“Un odre nuevo con esta concreción inclusiva nos lo regaló el Señor en el alma samaritana que fue Madre Teresa. Él llamó y le dijo: «Tengo sed», “pequeña mía, ven, llévame a los agujeros de los pobres. Ven, sé mi luz”, insistió el Papa.
Así habló de “las caricias sacerdotales”, e instó a que sus “sacerdotes” sean “hombres de ternura y de concreción”.
Francisco exhortó a los curas a inspirarse en la Madre Teresa, la santa de Calcuta, que se dedicó a los últimos, llamada por Jesús para ello. “No puedo ir solo. No me conocen, por eso no me quieren. Llévame hasta ellos».
Y ella, comenzando por uno concreto, con su sonrisa y su modo de tocar con las manos las heridas, llevó la Buena Noticia a todos”, añadió.
En su mensaje fue implícito el papel de tres mujeres en el anuncio del Evangelio: La Virgen María, la madre Jesús; la Samaritana que ha dado de beber a Jesús; y la Madre Teresa de Calcuta, santa reconocida por su amorosa atención a los moribundos sacados de las alcantarillas de Calcuta, India.
El Papa invitó a los sacerdotes a dejarse contagiar de la “plenitud contagiosa” de la Virgen María, de la concreción inclusiva del anuncio de la Samaritana, y de la “integridad mansa” del anuncio del Evangelio al señalar a la fundadora de las hermanas de la Caridad como ejemplo de quien sigue a Jesús sin condiciones.
Sin la Virgen no podemos, ella nos ayuda a superar el miedo
“¡Queridos, sin la Virgen no podemos seguir adelante en nuestro sacerdocio¡” dijo en otro momento a los consagrados y al margen del texto de la homilía, mirando a los presentes.
“Ella es la esclavita del Padre que se estremece en la alabanza”. “Nuestra Señora de la prontitud, la que apenas ha concebido en su seno inmaculado al Verbo de vida, sale a visitar y a servir a su prima Isabel”, expresó.
El Pontífice en la madre de Jesús, María, ha visto la “plenitud contagiosa” que “nos permite superar la tentación del miedo”.
Ella que siguió a Dios y es modelo para salir de “esa pusilanimidad de no salir a contagiar de gozo a los demás”.
Nada de eso, agregó: «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús» (Ibíd., 1)”.
El Papa reafirmó que la Buena Noticia del Evangelio tiene tres gracias inseparables: “su Verdad —no negociable—, su Misericordia —incondicional con todos los pecadores— y su Alegría —íntima e inclusiva—.”. De ahí que habló de tres iconos de la Buena Noticia.
La Samaritana
“El segundo – aseguró el Papa – ícono de la Buena Noticia es aquella vasija que —con su cucharón de madera—, al pleno sol del mediodía, portaba sobre su cabeza la Samaritana. Refleja bien una cuestión esencial: la de la concreción”.
“Y la Samaritana sacó agua de su vasija con el cucharón y sació la sed del Señor”, explicó. “Y la sació más con la confesión de sus pecados concretos”.
La misa ha sido la ocasión para que los sacerdotes renueven sus promesas sacerdotales. “La Buena Noticia es el Odre inmenso del Corazón traspasado del Señor: integridad mansa —humilde y pobre— que atrae a todos hacia sí”.
“¡No puede ser presuntuosa la evangelización!”, explicó. En cambio debería ser: “Concreta, tierna y humilde. Así la Evangelización será alegre”, añadió.
Francisco reflexionó sobre la alegría de una evangelización humilde y respetuosa, hasta la humillación, según el modelo de Jesús.
“No puede ser presuntuosa la evangelización. No puede ser rígida la integridad de la verdad. La verdad se ha hecho carne, se ha hecho ternura. Se ha hecho niño, hombre, se ha hecho colgar en la cruz”.
El Obispo de Roma predicó sobre los enemigos que pueden tener los sacerdotes.
“El Espíritu nos dice en cada momento lo que tenemos que decir a nuestros adversarios (cf. Mt 10,19) e ilumina el pasito adelante que podemos dar en ese momento. Esta mansa integridad da alegría a los pobres, reanima a los pecadores, hace respirar a los oprimidos por el demonio”.
Por último, invitó a los sacerdotes a dejarse contagiar de la “plenitud contagiosa que transmite con todo su ser nuestra Señora, la concreción inclusiva del anuncio de la Samaritana, y la integridad mansa con que el Espíritu brota y se derrama, incansablemente, del Corazón traspasado de Jesús nuestro Señor”.
El año pasado el Pontífice recordó el cansancio del sacerdote y pidió a Dios por los ordenados para que encuentren la fuerza en el Espíritu Santo.