El desafío educativo implica formar nuevos inventores y grandes personas
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La cultura popular contemporánea ha ensalzado a Steve Jobs como una de las grandes personalidades de la historia. Uno de esos hombres que ha empujado el conocimiento humano hacia fronteras inimaginables en un muy corto plazo. Su nombre, y la tecnología que él creó o inspiró son parte de la vida de los nativos y de los inmigrantes digitales, y dar una reseña histórica de las tecnologías de la información en el colegio sin mencionar su nombre sería casi injusto.
Lo logrado por Steve Jobs inspira y conmueve. Pero… ¿es posible ponerlo de modelo a jóvenes deseosos de transformar el mundo como él? La pregunta la hizo una asidua lectora de Aleteia, docente de Tecnologías en colegios.
“Compleja personalidad” es la amable manera que se encuentra en las reseñas biográficas para describir los vaivenes emocionales del inventor de Apple. Nadie esquiva su adicción a las drogas en su juventud, aunque gentilmente se la presenta como “experimentación”, como si el LSD efectivamente haya sido un disparador creativo para sus grandes inventos.
Nadie aprueba los años en los que le dio la espalda a su hija, aunque se suela presentar su propia vida personal como explicación para esa cuestionable conducta. Casi como excusa, se recuerda que Jobs había sido dado en adopción al nacer y sus padres biológicos tenían 23 años, la misma edad que él cuando concibió a su hija Lisa.
Steve Jobs dejó la Universidad. La abandonó. No confió en el currículum que los profesores habían pensado sería la necesaria para una carrera, y optó por acudir sólo a las clases que le interesaban. Nunca se arrepintió, puesto que incluso por su deserción, y por asistir a las clases que quería, por ejemplo, como él mismo lo expresó en su discurso en la Universidad de Stanford, las computadoras hoy no tendrían bellas tipografías.
Algunos trazos de la vida de Jobs como los hasta aquí esbozados seguramente no se encuentren en la lista de logros que los padres o educadores quieren para sus hijos o alumnos. Sin duda que no. Y la lista de críticas podría ser más larga…
En su discurso en la Universidad de Stanford en 2005 Jobs dedica los últimos minutos a reflexionar sobre la muerte. Creía que había dejado atrás un cáncer, y esperaba vivir muchas décadas más.
“Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante”, expresó en aquella ocasión.
Preparar la muerte significaba “intentar decirle a tus hijos en unos pocos meses lo que ibas a decirles en diez años. Significa asegurarte de que todo queda atado y bien atado, para que sea tan fácil como sea posible para tu familia”. Algo estaba cambiando en él…
Pero el hombre que fundó Apple (al que Windows copiaba, según insistía), que inició Pixar, que transformó cómo nos relacionamos con la tecnología, murió seis años después en 2011.
Vivió una vida revoltosa que le marcó, y sin la cual, parecían justificar él o sus admiradores, probablemente no se hayan desencadenado los sucesos que lo llevaron a liderar equipos como los que crearon Toy Story, los Ipods, entre otros hitos en la historia reciente.
Pero si su legado no es enseñado en el colegio, son los mismos alumnos los que por su cuenta descubrirán al genial inventor. Y es que Jobs está presente en casi todo, y cualquiera con inquietud llegaría por su cuenta a su indeleble figura.
Así que no sólo se convierte en posible, sino hasta en necesario enseñar a Steve Jobs en el colegio, para que sea el docente el que destaque sus grandes contribuciones, comparta sus ideas para motivar el espíritu emprendedor y la organización del trabajo, y para señalar, de manera adecuada a la edad del alumno, que detrás del genio también hubo muchísimo dolor.
El desafío educativo, ante todo, implica formar nuevos inventores y grandes personas. Hacer nacer y crecer mejores Steve Jobs.