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Veni Creator Spiritus es uno de los más inspirados y sublimes himnos católicos de honra al Espíritu Santo, compuesto en el siglo IX y ya nunca dejado de lado en grandes momentos de la vida de la Iglesia, especialmente en la fiesta de Pentecostés.
Fue con esta oración extraordinaria, en latín, con la que el papa León XIII consagró el siglo XX al Espíritu Santo.
Es una tradición que dura ya muchos siglos en la Iglesia católica la de rezar este himno todos los días, por la mañana, invocando al Divino Espíritu Santo: "¡Ven, Espíritu Santo".
En muchas órdenes y congregaciones religiosas se canta en comunidad, en la capilla, preparando el alma para el momento diario de oración y meditación personal silenciosa anterior a la celebración de la misa.
San Juan Pablo II la rezaba a diario, como tantos católicos alrededor del mundo.
Oración
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios
los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo.
Esta es la versión en latín:
Véni, Creátor Spíritus,
mentes tuórum visita,
imple supérna grátia,
quae tu creásti péctora.
Qui díceris Paráclitus,
altíssimi donum Dei,
fons vivus, ignis, cáritas,
et spiritális únctio.
Tu septifórmis múnere,
dígitus paternae déxterae,
tu rite promíssum Patris,
sermóne ditans gúttura.
Accénde lumen sénsibus;
infunde amórem córdibus,
infírma nostri córporis
virtúte firmans pérpeti.
Hostem repéllas lóngius,
pacémque dones prótinus;
ductóre sic te praevio
vitemus omne noxium.
Per te sciámus da Patrem,
noscamus atque Filium;
teque utriúsque Spíritum
credamus omni témpore.