El obispo Van Thuan consiguió en sus años de aislamiento una libertad interior que tú también puedes lograr
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El obispo vietnamita Van Thuan fue condenado injustamente y permaneció 13 años encarcelado por el régimen comunista, 9 de ellos en régimen de aislamiento. Su experiencia vital ha sido recogida en la novela de Teresa Gutiérrez de Cabiedes, Van Thuan, libre entre rejas.
Como explica su autora, Van Thuan “logró transformar su celda en Paraíso” a través de “un viaje espiritual al centro de la libertad interior”, algo que tú también puedes lograr.
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En aquellas condiciones infrahumanas durante años de cautiverio sin juicio ni sentencia, el obispo cayó en la desesperación y esa misma sensación la has podido sentir en algunos momentos de tu vida.
Lo que le levantó y que puede ser la clave si tú sientes también que estás en una cárcel interior por una enfermedad, por tener que soportar una situación insostenible en el trabajo o por esa pena que se va adueñando cada día de un centímetro más de tu alma, es bien sencilla.
Teresa Gutiérrez de Cabiedes las resume así: “Me parece que los tres pilares esenciales fueron la oración (un hilo que constantemente unía su mazmorra con el Cielo), la Eucaristía (que, en la clandestinidad, fue su alimento y su medicina) y la Caridad (nunca dejó de pensar en el pueblo del que era pastor, y recibió de Dios el regalo de amar a sus captores de tal modo que cambiaron de vida)”.
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Durante su cautiverio, se le permitió escribir cartas a sus amigos y él les pedía “su medicina para la tos”. De esta manera conseguía el vino que junto a pequeños pedazos de pan hacían posible que celebrara en su mano la Eucaristía cada día a las tres de la madrugada.
Junto a ese ejemplo de amor hacia este sacramento, el obispo Van Thuan nos dejó un gran legado de consejos vitales que también te pueden ayudar a salir de la cárcel interior que te oprime.
En su libro Testigos de Esperanza nos anima a vivir momento a momento con intensidad:
“Cada palabra, cada gesto, cada llamada telefónica, cada decisión, deben ser la cosa más hermosa de nuestra vida. Reservemos a todos nuestro amor, nuestra sonrisa, sin perder un segundo.
Cada momento de nuestra vida sea
el primer momento,
el último momento,
el único momento”.
Teresa Gutiérrez de Cabiedes explica que fue la madre de Van Thuan quien le transmitió a su hijo el mejor secreto para no caer en la desesperanza nunca.
Ella estaba convencida de que “la vida se forma por un montón de segundos concatenados que forman como una galaxia de estrellas; y la felicidad depende de vivir cada momento presente llenándolo de Amor”.
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Y es que, como dice la escritora, “se puede vivir preso, estar haciendo un trabajo manual y alcanzar ya, ahora, la dicha del Paraíso. Y se puede ser ejecutivo de una multinacional, estar firmando un contrato millonario y tener ganas de suicidarse porque no se soporta más angustia. Sólo el Amor nos salva: ni el dinero, ni la posición social, ni la fortuna de las circunstancias. Y el Amor que Van Thuan encontró que había tomado posesión de su ser en lo más hondo, es el Amor más grande de todos los posibles”.
No se puede dar la espalda al sufrimiento, evitar que la vida no tenga su carga de batalla campal en algunos momentos. Lo importante es reconocer nuestras armas en los momentos más duros de esa lucha.
“Contemplando el cautiverio de Van Thuan, he visto que Dios le arrebató todo lo que tenía; también le privó de cualquier acción buena que pudiera hacer; lo dejó sólo, desnudo, rostro a rostro con Él. Cuando Dios nos despoja de todo, es como si un antiparásitos nos devolviera a la realidad más pura: depender sólo de Él, de su Amor eterno por cada uno de nosotros”, cuenta Gutiérrez de Cabiedes.
Ella misma hizo frente a una cárcel interior, una enfermedad crónica. “La falta de salud es algo que ha marcado mi vida desde la adolescencia, que ha supuesto un calvario de búsqueda médica y que aumentó el dolor de su aguijón cuando tuve un bebé. Hay temporadas en las que no he podido hacerme cargo de él; hay momentos en los que vivo anulada, a merced de los cuidados de otros”, explica.
Pero desde que profundizó en la experiencia vital del obispo, algo cambió:
“He vivido un antes y un después desde que me metí en el alma de este hombre para contar su proceso espiritual.
Antes, siempre me retorcía ante esa situación, y le protestaba cariñosamente a Dios. Ahora, muchas veces me veo ¡cantándole alabanzas! porque esos momentos se convierten en oportunidad de volver al primer amor, al abandono absoluto en sus manos, de gozar sabiendo que soy preferida para Él.
Esa aparente prisión se convierte en reflejo del paraíso y la inactividad forzosa en manantial de Gracia, en oportunidad de oración por otros, ¡un chollo!”.
Y es que “Dios conoce lo más profundo de nuestras entrañas y es el Médico más sabio y la mejor medicina. Es inexplicable cómo actúa cuando uno ya no tiene a quien acudir más que a Él”, como ella misma asegura.
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Cuando sientas que algo te oprime el pecho, piensa en el obispo encerrado en aquella cárcel durante una hora, un día, una semana, un mes… y así hasta trece años y recuerda estas palabras de Gutiérrez de Cabiedes:
“El cautiverio a Van Thuan le brindó vivir de un modo nuevo, con una libertad interior que nada ni nadie lograrían ya arrebatarle.
Esa experiencia, a través de su historia, la podemos vivir también tú y yo.
Ante el abismo insondable del sufrimiento, sólo he encontrado una respuesta que colma de sentido, que rompe las cadenas de la amargura.
Somos afortunados quienes conocemos a Jesús, que viene a rescatarnos, que se ha dejado triturar él primero para experimentar lo que íbamos a pasar, que ha lanzado a su Padre el grito de queja más fuerte de toda la Historia de la humanidad”.
Para profundizar: Van Thuan se declara apasionado por los defectos de Jesús