Casa museo en Ayacucho devuelve a los peruanos a sus raíces
Los retablos ayacuchanos, cajas rectangulares en cuyo interior se exhiben figuritas (santos, campesinos, héroes,…), son una preciosa muestra de artesanía tradicional peruana. Su nombre, “retablo” (del latín retro-tabulum, detrás de la mesa o el altar), se debe a que los primeros se colocaban tras los altares de las iglesias.
En medio de la agonía que sufre la producción de retablos tradicionales en Ayacucho, se erige en la ciudad de Huamanga el primer museo con una propuesta cultural interactiva. Localizado en el jirón Cusco, este memorial a la cultura popular funciona desde 2016.
Luego del recorrido en la acogedora casa, los visitantes descubren la vida, la familia, el taller y el proceso de creación de tales singulares piezas, que esconden en su interior las expresiones de un pueblo que celebra, lucha y sufre mientras teje su historia.
Joaquín López Antay nace en cuna de artistas imaginarios, y confeccionó desde los 15 años baúles, cruces y pastawawas (muñecas tradicionales), lo que aprendió en el taller de sus abuelos maternos, Manuela Momediano y Esteban Antay.
Con el arte en sus manos
“Mi bisabuelo entregó su vida a la producción de retablos, pasó de la caja de San Marcos (cajón con motivos religiosos) a producir los mismos cajones, pero con motivos costumbristas, después de la visita de la cuñada de José María Arguedas, Alicia Bustamante, a su escuela establecida cuando se independiza a los 25 años, narró para Aleteia la joven bisnieta y actual directora de la Casa-Museo, Patricia López.
“Es ella quien le sugiere el nombre de “retablo” (altares dispuestos en los templos) a sus creaciones, que se convierten así en piezas antropológicas que incorporan la historia de un pueblo”, destaca la heredera de este arte con raíces ayacuchanas.
Patricia se ha propuesto rescatar el legado histórico que nace en sus ancestros, junto al nieto de Don Joaquín, el artesano Alfredo Antay.
Merecido reconocimiento al arte popular
Abanderado de la tercera generación de la familia Antay, Alfredo se convirtió en el maestro y guía de esta joven peruana, quien se ha impuesto el desafío de encontrar nuevas formas de autogestión de esta herencia que los jóvenes han dejado de aprender y poner en práctica en Ayacucho.
Desde muy niño, Alfredo era el encargado de dibujar en el enorme ejército de figuras que fabricaba el abuelo Mardonio (papa de Don Joaquín) los detalles del rostro y la vestimenta, recuerda con especial cariño la integrante de la cuarta generación Antay.
Un espacio para crear cultura
“Aprendí a poner el corazón en los momentos vividos, en el taller del maestro artesano Joaquín López Antay”, Premio Nacional de Fomento a la Cultura, otorgado por su aporte en la creación de retablos, recuerda Julio Urbano, uno de los maestros artesanos que aún vive.
“Hace unos meses mi madre y yo decidimos abrir las puertas de la casa del artesano que revolucionó la caja de San Marcos”. Se trata del taller de Don Joaquín, cuenta Patricia López, su bisnieta y ahora guardiana de este recinto de arte popular, que después de 40 años de haberse entregado el premio, se presenta como la casa museo que recibe a turistas y peruanos interesados en llevarse en el alma, las técnicas ancestrales de los retablistas, del Rincón de los Muertos, como se le conoce a Ayacucho.
La caja de madera comenzó a trascender cuando creativas manos empezaron a diseñar figuras que sintetizan sus tradiciones. El maestro Huamanguino López Antay, logró revalorar el arte que emerge del pueblo, al introducir la imaginería plasmada en el nuevo retablo ayacuchano.
Un premio que revolucionó el arte peruano
El premio “Ignacio Merino”, concedido en el año 1975 por el entonces Instituto Nacional de Cultura, generó cierto malestar en los artistas plásticos de Lima. Estos descalificaban esta distinción al considerar que el artista nació con el don para expresarse, a través de la artesanía, pero sin pasar por ninguna escuela de arte.
Toda esta historia del ande peruano se revela en la mezcla de yeso y papa blanca sancochada, material con el que se moldean las figuras. Se abren así las puertas de la caja que nos trae sorpresas: bailes, costumbres, tradiciones y folklore. La promoción del arte tradicional no ha muerto, y descansa ahora en las manos de Alfredo Antay y de la emprendedora Patricia.
La familia Antay pondrá en ejecución los talleres en el interior de la casa museo en el mes de marzo, entre tanto se realizan las coordinaciones para continuar con el inventariado de piezas únicas bajo la dirección de Luis Repeto, director de Museos y Artes de Tradiciones de una reconocida universidad. Hasta el momento se han registrado 250 piezas entre retablos, San Marcos, cruces de la pasión y pastawawas de las cuatro colecciones que existen en el Perú.