Hazte estas 3 preguntas antes de publicar posts sobre tus hijos
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Soy culpable de usar plataformas como Instagram o Facebook para quejarme de mis hijos. También las he usado para alardear solapadamente de sus logros, en vez de centrarme en su personalidad. Y si eres madre, seguramente lo habrás hecho también.
Pero el fin de semana pasado decidí cambiar mis métodos maternales en los medios sociales. Lo creas o no, fue a causa de las publicaciones en Instagram de otra madre (muy famosa), la cantante Shakira.
Un magnífico ejemplo de una madre usando los medios sociales para homenajear de forma edificante a sus hijos… en vez de criticarlos. Se trata de dar las gracias por todos los que se acordaron, preguntaron e incluso rezaron por su hijo pequeño Sasha que pasó varios días en el hospital enfermo.
Este mensaje de Shakira por el restablecimiento de la salud de Sasha fue un excelente recordatorio de que podemos usar los medios sociales para bien, para dar gracias por nuestros hijos, por ejemplo.
Esta publicación de Shakira consiguió recordarme que las palabras tienen importancia, en especial ahora en esta era de “posverdad”. Lo que publicamos en los medios sociales tiene consecuencias reales (buenas o malas).
Una vez que sale algo “ahí fuera”, puede circular libremente. Pienso a menudo en esto, sobre todo cuando veo a madres jóvenes compartiendo imágenes de las travesuras o errores de sus hijos. No siempre reflexiono antes de hacer clic en “publicar”.
A partir de ahora, me haré tres preguntas a mí misma antes de compartir algo en Internet. Las hago a raíz de tres publicaciones de esta cantante:
¿Es verdad?
¿Estoy exagerando para aparentar ser mejor? ¿Estoy contando una verdad a medias para ganar simpatía y apoyo? Si es así, mejor me replanteo mi actualización.
¿Es bueno?
¿Estoy denigrando a un familiar que podrá enfadarse o avergonzarse cuando lea mi actualización? Una forma muy buena de responder a esta pregunta es ponernos en su lugar, preguntarnos, por ejemplo: si mi hijo/a viera este post, ¿se sentiría herido/a?
Por supuesto, hay niños más sensibles que otros. A medida que mis hijos se hacen mayores, es una cuestión que se calibra con más facilidad: les puedo pedir permiso para publicar imágenes o textos. Con los más pequeños, tenemos que ser más creativos. Pregúntate, ¿qué opinará el/la peque sobre esta publicación de aquí a cinco años? ¿Y dentro de diez años?
¿Es útil?
No digo que nunca debamos quejarnos de nuestros hijos ni compartir nuestro entusiasmo por sus victorias. Creo que siempre existe un tiempo determinado para ser sinceras sobre los desafíos de la maternidad (en especial si es algo universal que nos despierta la sonrisa o nos hace sentir menos solas como madres).
Sin embargo, de ahora en adelante mi reto es el de desahogarme únicamente en privado, no en público, cuando necesite validación de mis semejantes. Trataré de consultar solo a mi marido o a mis amigas en caso de tener un disgusto concreto con alguno de mis hijos. Y dejaré esas conversaciones al margen del mundo digital.
Inspirado en el artículo de la edición inglesa de FORHER Aleteia