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San Jenaro, obispo de la Iglesia católica, murió mártir en el año 305 y es el patrón de Nápoles. El pueblo espera ver la licuefacción (el paso de sólido a líquido) de su sangre en tres fechas:
La primera, en su festividad -19 de septiembre- (fiesta de su martirio). Además, el primer domingo de mayo (fiesta de su traslado, que reunificó sus diversas reliquias) y el 16 de diciembre (fiesta de su patrocinio sobre la ciudad).
Sin embargo, hay otros momentos en los que se espera que ocurra este fenómeno, como las visitas de los papas a la ciudad.
La sangre está recogida en dos ampollas encerradas en un relicario de plata, y están selladas herméticamente desde el siglo XVII.
La más pequeña tiene solo algunas manchas en las paredes del vidrio. La mayor tiene alrededor de unos 60 ml de sustancia.
La licuefacción llevaría la masa apelmazada rojiza -parda y reseca- contenida en el vidrio hasta un líquido rojo más carmesí.
Historia de un misterioso fenómeno
El fenómeno parece darse desde 1389, o esto es lo que la crónica más antigua recoge. Sin embargo, se desconoce si ocurrió antes antes. Los datos refieren que, al principio, ocurría una vez al año, luego dos y finalmente tres, como hoy viene siendo.
La tradición extendida considera que, si en alguno de esos días señalados no se produce la licuefacción ante las oraciones de los fieles, algo malo ocurrirá; desde una guerra, hasta una gran tragedia, como una erupción volcánica o una catástrofe natural de otro tipo.
Por ello, en 2016 -cuando el 16 de diciembre la sangre no se licuó- Vincenzo De Gregorio, canónigo encargado en la catedral de Nápoles de la custodia del relicario, llamó a la tranquilidad y a no pensar en desgracias o calamidades, sino a tener fe y a rezar a Dios en confianza.
¿Qué dice la Iglesia?
La Iglesia afirma dos cosas.
Por un lado dice que el paso de sólido a líquido no entra dentro de la categoría de milagroso.
Es decir, no supone una alteración de la norma natural esperada como ley físico-química o natural de la Creación.
En segundo lugar, no reconoce la supuesta relación entre el fenómeno y las catástrofes; sino que señala que esta es una creencia, más bien, propia de los fieles.
La Iglesia no usa y no alienta ni pretende alentar este tipo de métodos para el conocimiento de acontecimientos futuros, universales o locales, formas supersticiosas de intentar conocer el futuro cercano.
Por el contrario, confía en Dios y se apoya en la virtud teologal de la fe y la esperanza, que reposan en la Providencia de Dios.
¿Por qué se produce el fenómeno?
Este fenómeno no es único, en España existe un caso similar con la sangre de san Pantaleón de la Iglesia del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid. Y no son los únicos lugares.
Lo más probable es que se trate de lo que en la Química se denomina mezcla tixotrópica o fluido pseudoplástico o no-newtoniano, los cuales cambian de viscosidad al ser sometidos a esfuerzos mecánicos de cizalla, rompiendo su estructura sólida, y tras pasar por un tiempo de disminución de viscosidad (de horas o incluso días), acabar en el estado fluido.
Los investigadores Michael Epstein y Luigi Garlaschelli, aplicando conocimientos alquímicos conocidos por los monjes desde el siglo XIV replicaron en el año 1992 una mezcla similar a la sangre napolitana de san Jenaro, de aspecto sanguíneo, tratándose de un gel tixotrópico de hidróxido de hierro (FeO(OH)).
No tan extraordinario
Es decir, que se trataría de un fenómeno totalmente natural quen no típico.
Esto ayuda a conocer mejor la belleza de las diversas mezclas químicas que Dios ha creado en los diferentes compuestos que existen en la Creación, y permite llamar milagro a lo que verdaderamente es, y causas naturales a la belleza continua de las leyes y fenómenos de la Naturaleza creada por Dios.
Para conocer más puedes consultar:
Michael Epstein, Luigi Galaschelli, "Better Blood Through Chemistry: A Laboratory Replication of a Miracle", Journal of Scientific Exploration, Vol. 6, nº 3, 1992, pág. 233-246