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El bebé abandonado que salva a una niña abandonada

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Alvaro Real - publicado el 02/12/16
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Eneko Moro encontró a Ane en un contenedor de basuraEneko Moro terminó de trabajar, pero ese día no era un día normal. Decidió quedarse a tomar una cerveza en Garagar, en el Boulevard (San Sebastián, España), junto a su compañero Williams. No podían imaginar lo que les deparaba la noche.

En un momento dado, Eneko y Williams, mientras caminaban por la calle San Juan escucharon algo: “Escuché como un llanto que provenía de los contenedores de la basura. Y según nos íbamos acercando nos dimos cuenta de que ‘algo’ había dentro de uno de ellos. Al principio me pareció que podía ser un gato, pero si hubiese sido algún animal se habría callado ante nuestra llegada, o habría huido. Y no fue así”.

Eneko no lo podía creer: “Tenía que ser yo quien precisamente tuvo que escuchar su llanto. Yo, que, junto a mis cuatro hermanos, también fui un niño abandonado en Fraisoro. No sabes lo satisfecho que estoy de haber podido salvar la vida de esa pequeña”, explica Eneko a El Diario Vasco, que cuenta esta historia.

Nada más escuchar el llanto, miraron entre las bolsas y se encontraron el brazo de la pequeña: “La niña estaba envuelta en un manta o una tela de color negro. Era muy finita. Le tapaba todo el cuerpo, incluso la cabeza. Aún llevaba el cordón umbilical colgando”.

Se pusieron muy nerviosos y comenzaron a gritar: “’¡Ayuda, por favor. Llamen a alguien que hay una niña en el contenedor!’. Pero allí nadie salía ni respondía a nuestras demandas de auxilio. No se asomaba nadie”. Llamaron al 112 y de pronto aparecieron unos policías.

La policía acordonó la zona y trasladaron a la niña al hospital. Eneko y Williams siguen en estado de Shock y no dejan de escuchar en su mente los lloros y la imagen de Ane.

Eneko ha ido al hospital a Ane pero aún no la han dejado verla. Necesita saber que está bien. Él fue abandonado cuando tenía ocho meses y sus padres le dejaron en la Casa Cuna de Fraisoro: No solo a mí, también a mis cuatro hermanos mayores. Mis padres no nos podían mantener», explica.

“A nosotros, por suerte, no nos separaron. Nos ha cuidado una excelente persona, que ahora es mi madre, aunque no sea la biológica, y a la que visito a diario o casi a diario”, afirma.

Quiere verla, más bien lo necesita. Ha pasado una semana y sigue emocionado: “Mi destino era salvar a esa niña y estoy muy orgulloso de haberlo hecho”.

Más información en el reportaje publicado por Diario Vasco 

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