Aunque algunos lamentan la disminución de las vocaciones al sacerdocio, la respuesta de los jóvenes a esta llamada ha ido aumentando de forma constante en las últimas décadas.
Por ejemplo, el seminario Saint John’s en Boston recientemente recuperó una propiedad porque está "a rebosar" y necesita más espacio por el incremento de seminaristas. La diócesis de Charlotte hasta ha tenido que establecer un nuevo seminario debido al creciente interés en el sacerdocio.
Así que aunque lamentemos el cierre o la unificación de parroquias, muchos opinan que es algo temporal y que en las próximas décadas veremos muchos más sacerdotes de calidad que se convertirán en pastores y liderarán la siguiente generación de católicos.
Una de las formas más prácticas para ayudar a fomentar las vocaciones en la parroquia es retar a los jóvenes a que lleven vidas de santidad. Sin una amistad profunda con Cristo, nadie puede descubrir su vocación específica.
Para reflexionar sobre las vocaciones, recemos por vocaciones de calidad, démonos cuenta de que no necesitamos simplemente más sacerdotes y monjas, sino hombres y mujeres santos que respondan a la llamada de Dios.
Oración por las vocaciones
Padre Celestial,
Tú que nos moldeas en el vientre de nuestra madre
y nos creas con un papel concreto en la construcción de Tu Reino:
Concédenos la gracia para descubrir el camino
que has establecido para nosotros,
el camino en el que usemos los dones que nos has dado
para Tu mayor gloria.
Despierta en nuestros corazones el deseo de seguir Tu voluntad
y de responder con generosidad y valentía
al reconocer que Tú nos conoces mejor que nosotros mismos.
Que los jóvenes de nuestra comunidad
abran sus corazones a Tu voluntad
y encuentren en nuestras familias y parroquias
un lugar donde reciban apoyo y ánimo
sin importar la vocación que persigan.
Envíanos Tu espíritu para que inspire a nuestra juventud
en su esfuerzo vocacional por la santidad,
que establezca una amistad íntima contigo
para que logren ser santos maridos y santas esposas
santas madres, hermanas y monjas
santos padres, hermanos y sacerdotes,
santos diáconos y santas vírgenes consagradas,
santos y castos hombres y mujeres solteros.
Por encima de todo, reconocemos nuestra imperiosa necesidad de santos
que sean faros de luz en una cultura de tinieblas.
A Ti, Padre Misericordioso, ofrecemos esta oración,
con la intercesión de María, Madre nuestra,
en el Espíritu Santo
y por Cristo nuestro Señor.
Amén.