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¿Por qué los testigos de Jehová están en contra del servicio militar?

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Luis Santamaría - publicado el 26/10/16
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Bajo una imagen de aparente pacifismo, su verdadera razón es una oposición a todo lo “mundano”

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El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) ha condenado a Grecia en septiembre de 2016 por vulnerar el derecho a la objeción de conciencia de un testigo de Jehová de ese país que en 2013 alegó razones religiosas para no prestar el servicio militar, obligatorio para los varones adultos.

Leónidas Papavasilakis, que así se llama, al ver rechazada su demanda ante el ejército, recurrió al Tribunal Supremo Administrativo de Grecia, pero finalmente fue multado por insubordinación. Según informa la agencia Efe, el TEDH afirma en su sentencia que se vulneraron los derechos fundamentales del ciudadano griego.

En concreto, tal como leemos en la sentencia del TEDH, se condena a Grecia por la violación del artículo 9 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que defiende la libertad de pensamiento, conciencia y religión, por el rechazo de las autoridades helenas a “garantizarle el estatus de objetor de conciencia y permitirle realizar un trabajo civil alternativo en lugar del servicio militar”.

Una constante mundial

Los testigos de Jehová son conocidos, entre otras cosas, por su rechazo a recibir transfusiones de sangre. Esta práctica hace que protagonicen con cierta frecuencia polémicas y espacio en los medios de comunicación. Pero aunque no sea tan divulgado este otro asunto, también la negativa a hacer el servicio militar es una de sus características.

La página oficial de los testigos de Jehová en Internet lo atestigua, ya que siguen siendo conocidos en algunos países por su objeción de conciencia, sobre todo cuando ésta no es reconocida o regulada, y por ello se consideran víctimas de una discriminación por sus creencias y luchan en los tribunales para poder ejercer este derecho.

Así, por ejemplo, han sido recientemente protagonistas de noticias en este sentido en lugares como Armenia, Corea del Sur, Eritrea, Kirguizistán, Singapur, Turkmenistán, Turquía o Ucrania. En 2013, los testigos de Jehová afirmaban en su Anuario que tan sólo en Corea del Sur “desde 1950, alrededor de diecisiete mil testigos de Jehová han recibido sentencias que suman más de treinta y dos mil años de prisión”. En ese mismo año, la organización informaba en su web de que 679 adeptos estaban presos por ser objetores de conciencia en materia del servicio militar.

Problemas jurídicos en Europa

En España, en tiempos del franquismo, decenas de testigos de Jehová fueron condenados a penas de cárcel por negarse a cumplir el servicio militar obligatorio. Se negaban a vestir el uniforme, pasaban unos años en prisión y, al regresar, se repetía el proceso ante su nuevo rechazo.

Otros países han tenido casos semejantes, también en sistemas democráticos. Uno de los problemas principales es que los miembros de la secta no sólo se han negado tradicionalmente a todo lo que suponga llevar armas, sino también a realizar cualquier tipo de prestación social sustitutoria que suponga, en su opinión, colaborar con el Estado.

Países como Alemania, Bélgica, Holanda, Italia, Reino Unido, Grecia, Hungría o Suecia, han tenido que legislar en ocasiones para los testigos de Jehová en particular, dando lugar a situaciones jurídicas controvertidas que han sido tachadas de privilegio por algunos críticos.

En resumen, la problemática estriba en que, con el paso de los años, las legislaciones nacionales iban reconociendo la posibilidad de un servicio al país alternativo al militar, por razones de conciencia. Uno u otro serían obligatorios. Pero cuando se encontraban con un testigo de Jehová que se negaba a ambos servicios, en muchas ocasiones se le permitía una exención total por ser miembro de esta organización.

En los años 60 hubo que afrontar esta disyuntiva, ya que se daba un claro trato discriminatorio a favor de los testigos de Jehová, y no se aplicaban los mismos criterios a miembros de otras confesiones o a personas sin una adscripción religiosa concreta y que objetaran por motivos ideológicos, filosóficos o políticos.

La Comisión Europea de Derechos Humanos (predecesora del TEDH) emitió entre los años 60 y 80 algunos informes relativos a casos de Alemania y Suecia. En uno de ellos se leía, entre otras cosas, que los adeptos “se adhieren a un compromiso conjunto de reglas de comportamiento que cubre muchos aspectos de la vida diaria. La sumisión a estas reglas es el objeto de un estricto control social informal entre los miembros de la comunidad”.

¿En qué apoyan esta praxis?

Si miramos a los fundamentos doctrinales de los testigos de Jehová, tal como están expresados en sus libros y revistas, comprobamos una vez más que no se trata sino de un rechazo a todo lo mundano que sirve a la secta para aumentar el aislamiento social de sus miembros.

Porque lo que queda claro es que no se consideran pacifistas, sino neutrales. Y dicen seguir la praxis de los cristianos primitivos, que “admitían el derecho de Dios a guerrear… Dios no sólo tiene el derecho, sino el deber fundado en la justicia, de eliminar de la Tierra a los malvados”.

Por eso, añaden que los “cristianos auténticos” (ellos, obviamente) “mantienen estricta neutralidad en los conflictos bélicos, políticos y raciales de este mundo. Pero, en rigor, no son pacifistas. ¿Por qué? Porque aceptan de buen grado la guerra con la que Dios finalmente hará valer su voluntad, zanjará la gran cuestión de la soberanía universal y eliminará definitivamente del planeta a los enemigos de la paz”. Además, aseguran que Jesús “no era pacifista, y Dios su Padre no es pacifista”.

Según la literatura de la secta, la exhortación de Jesús de no ser del mundo “significa que deben ser neutrales respecto a los asuntos políticos, y no tomar partido en las controversias y guerras de las naciones. ¿Quiénes no son parte del mundo ni aprenden más la guerra? De nuevo el registro histórico del siglo XX da este testimonio: sólo los testigos de Jehová”.

Un cambio doctrinal, como siempre

En 1898 reconocían en su revista que “no hay ningún mandamiento en las Santas Escrituras en contra del servicio militar”, pero sí aclaraban que “sería absolutamente correcto disparar, pero no matar”. En 1903 afirmaban que “la obediencia a las leyes del país algunas veces puede obligarnos a portar armas, y ante tales circunstancias sería nuestro deber incorporarnos al ejército, si nos es imposible obtener una exención legítima”, pero sin quitar la vida a nadie.

Pero en tiempos de la Primera Guerra Mundial cambió esta postura, ya que leemos en una publicación de 1917 que a un testigo de Jehová “rehusar hacer el servicio militar quizá le ocasione persecución; pero hacer el servicio militar sería una violación del pacto que ha hecho con el Señor”.

Y no sólo hallamos este cambio doctrinal importante –por las consecuencias prácticas en las vidas de miles de adeptos de la secta desde entonces–, sino que, como es habitual en los testigos de Jehová, también hay contradicciones: un año después del texto anterior la revista del movimiento invitaba así a la oración por los Estados Unidos: “alabemos y demos gracias a Dios por el prometido glorioso resultado de la guerra”.

Además, aprovechan un repaso contemporáneo a su historia para cargar contra las Iglesias y comunidades cristianas, otra de sus señas de identidad: “a pesar de que el Vaticano simpatizaba con las Potencias Centrales, el papa Benedicto XV trató de aparentar ser neutral. Sin embargo, en cada nación el clero –católico y protestante– no adoptó tal posición de neutralidad”.

Separación del mundo como táctica

Los testigos de Jehová, tal como hemos visto, no se consideran pacifistas, sino neutrales. Esto explica perfectamente la nula repercusión social de su actitud ante el servicio militar que, al extenderse a cualquier tipo de actividad sustitutoria de servicio civil, es más un distanciamiento de toda autoridad “mundana” que una reivindicación de ningún tipo.

Por eso no aparecen en la historia del movimiento de objeción de conciencia, al mantenerse al margen de toda lucha, limitándose a defenderse personalmente cuando las condiciones legales lo han permitido y presentándose como víctimas del sistema establecido (mártires). La acusación que tradicionalmente se ha hecho a este grupo de control social de sus miembros y de aislamiento con respecto al resto de la población en sus conductas y costumbres, encuentra aquí una motivación más.

 

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