El analfabetismo y la pobreza tiene rostro predominantemente femeninoEste 8 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Alfabetización. Cuando los países desarrollados se debaten en torno a la “alfabetización digital”, en buena parte del planeta el analfabetismo es con respecto al acto elemental de saber leer y escribir. Y lo peor: 500 millones de analfabetos son mujeres.
El día fue proclamado por la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia, la Educación y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) “para subrayar la importancia del derecho a la educación en el desarrollo de las naciones, y la necesidad de redoblar esfuerzos para erradicar el analfabetismo en el mundo”.
Para el Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-Moon este año 2016, la tarea de reflexionar y actuar en torno a la alfabetización es porque ésta representa “una condición imprescindible para el desarrollo y la salud de las personas, las comunidades y los países”.
Según los datos de la ONU y de la UNESCO, aproximadamente 750 millones de adultos en el mundo son analfabetos, y dos tercios de ellos son mujeres. Unos 250 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria carecen de un nivel básico de alfabetización, mientras que 124 millones de niños y adolescentes no están escolarizados.
“Todas esas personas, con independencia de su edad, se merecen la oportunidad de aprender a leer. Cuando les demos esa oportunidad, crearemos sociedades más productivas, estables y seguras para todos”, dice en su mensaje para este año el Secretario General de la ONU.
Quiza sea este derecho humano fundamental, el derecho a la educación (que es, según los especialistas, el derecho humano que posibilita el reconocimiento de los demás derechos), el que mayores rezagos tiene, junto con el de la alimentación y el del acceso al agua limpia, para cumplir la Agenda 2030, mediante la cual se pretende llevar a cabo una nueva agenda mundial para el desarrollo sostenible.
Así lo define Ban Ki-Moon: “La agenda 2030 es ambiciosa y transformadora, y su objetivo es erradicar la pobreza, reducir la desigualdad y preservar nuestro planeta. Su adopción por los líderes mundiales a fines de este mes (de septiembre de 2016) es una oportunidad para reafirmar el compromiso de promover la alfabetización en el marco de nuestro esfuerzo colectivo en favor de una vida digna para todos”.
En su Mensaje de Cuaresma de 1995, el Papa San Juan Pablo II escribió: “Numerosos testimonios provenientes de los diversos continentes, así como lo que yo he podido comprobar durante mis viajes apostólicos, confirman mi convicción de que allí donde existe el analfabetismo reinan, más que en otras partes del mundo, el hambre, las enfermedades, la mortalidad infantil y también la humillación, la explotación y los sufrimientos de todo tipo”.
San Juan Pablo II, que definía el analfabetismo como “mal oscuro” y “terrible plaga”, hizo suyas, en ese Mensaje de Cuaresma de 1995, unas palabras del Papa Pablo VI que siguen resonando años más tarde: “el hambre de instrucción no es menos deprimente que el hambre de alimentos”.
Y subrayaba que “un hombre que no sabe leer ni escribir encuentra grandes dificultades para participar en los modernos métodos de trabajo; está, en cierto modo, condenado a la ignorancia de sus derechos y deberes; es verdaderamente un pobre”.