Conoce la estremecedora historia del beato Otto Neururer, el mártir tirolés
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En el Tirol, en la diócesis de Innsbruck y distrito de Innsbruck-Land, a poco más de 7 kilómetros al sur-oeste de esta capital de Austria, se levanta el pueblo de Götzens.
Su bella iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo, de estilo rococó, es también santuario de quien fue párroco de la localidad de 1932 a 1940, el beato Otto Neururer (1882-1940), mártir.
El beato mártir tirolés había nacido en el seno de una familia numerosa de la tirolesa localidad de Fliess, donde había ejercido durante 41 años Simon Alois Maass (1758-1846) un santo párroco aún recordado por su celo apostólico que fue contemporáneo de san Juan B. Vianney.
Después de cursar sus estudios eclesiásticos, Neururer se adhirió al movimiento social cristiano austríaco, hecho que le provocaría algún encontronazo con sus superiores.
Hombre tímido pero de convicciones rectas, había afirmado más tarde que la noción de que la raza alemana era superior era una herejía y que era “deber de los cristianos amar a todos los hombres y a todas las personas, judíos incluidos”.
Para ello se apoyaba también en el Antiguo Testamento, prohibido por los nazis.
En el ejercicio de su actividad ministerial en Götzens, Neururer desaconsejó a una joven feligresa casarse con un hombre de moral cuestionable.
Este último, gracias a su amistad personal con el Gauleiter (jefe de región) nazi del Tirol, consiguió la detención del párroco.
Neururer fue arrestado por “injuria al matrimonio alemán”, encarcelado en Innsbruck y posteriormente enviado al campo de concentración de Dachau y más tarde al de Buchenwald en el marco de una Austria anexionada a la Alemania nazi tras el célebre Anschluss.
En Buchenwald, Neurerer continuó ejerciendo la dirección espiritual.
Durante el mes de abril de 1940, un detenido se le acercó pidiéndole ser bautizado. Junto a Matthias Spanlang, otro sacerdote austriaco, inició la preparación del catecúmeno pese a que toda actividad religiosa estaba absolutamente prohibida en el Campo.
El 28 de mayo, los dos sacerdotes fueron arrestados después del trabajo al descubrirse la catequesis y enviados al “bunker”, una sala sin luz ni aireación, donde Neururer fue torturado y dejado sin comida ni bebida.
Finalmente, fue colgado desnudo por los pies muriendo al cabo de 34 horas de agonía por exceso de sangre en el celebro el 30 de mayo de 1940.
Neururer fue víctima de las órdenes del SS-Hauptscharführer de Buchenwald Martin Sommer. Su cuerpo fue incinerado para ocultar el asesinato y la urna con sus cenizas enviadas a Götzens.
Para evitar que se complicara la situación, ya que era el primer sacerdote austríaco en morir en Buchenwald, se informó que había muerto de una insuficiencia cardíaca y se ordenó realizar el entierro con la máxima discreción.
El vicario episcopal de la diócesis de Innsbruck, Carl Lampert, a demanda de la diócesis, publicó una nota necrológica en un periódico donde se elogiaba al párroco de Götzens y donde se revelaba el lugar de la muerte.
Lampert había intentado liberar anteriormente a Neururer sin éxito mediante gestiones ante personas influyentes. Lampert sería enviado a Dachau por incumplir la orden de silenciar el caso Neururer. Allí fue ejecutado.
Beatificado en 1996 in odium fidei, el altar mayor de la parroquial de Götzens se levanta hoy sobre la urna que contiene las cenizas del párroco que nunca dejó de serlo, Otto Neururer.
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