Año Santo de la Misericordia; el Papa en la vigilia de oración para “secar las lágrimas” El Jubileo tiene espacio para aquellos que lloran. Es más el Papa Francisco ha confirmado la nobleza y la liberación de unas mejillas bañadas. Así, “enjuagar las lágrimas”, será el significado de la vigilia de oración presidida por el papa Francisco el próximo 5 de mayo a las 18.00 horas en la Basílica de San Pedro.
Llorar por un amigo muerto, por un familiar enfermo, por alegría, por la noticia de un embarazo. El Papa no distingue, lo único que pide es “llevar consolación y esperanza”.
Una teología del llanto que está presente en sus tres años de pontificado. “Son las lágrimas las que pueden darle paso a la transformación, son las lágrimas las que pueden ablandar el corazón, son las lágrimas las que pueden purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en el que muchas veces se está sumergido”, dice el Papa.
En su homilía en la Misa celebrada en el “Complejo Ferial” de Ciudad Juárez, en México, a sólo 80 metros de la frontera con los Estados Unidos, nos recordó que “son las lágrimas las que logran sensibilizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno. Son las lágrimas las que pueden generar una ruptura capaz de abrirnos a la conversión”.
El evento jubilar lleva la huella de esa teología del llanto que el Papa ha testimoniado personalmente en varios viajes y encuentros. En Filipinas cambió su discurso oficial porque dijo haberse quedarse ‘sin palabras’ ante el llanto de dolor de Glyzelle, de 12 años.“Su realidad es superior a todas las ideas que yo había preparado”, explicó Francisco.
El llanto de los inocentes
La pequeña con lágrimas en los ojos le contó a Francisco que había recogido comida entre la basura y dormido en la calle. ‘¿Por qué deja Dios que pasen esas cosas, incluso si no es culpa de los niños?’ preguntó a Francisco, tapándose la cara con las manos mientras sollozaba.
El Papa nos enseña que “cuando nos hagan la pregunta de por qué sufren los inocentes, entonces nuestra respuesta sea o el silencio o las palabras que nacen de las lágrimas”, añadió.
Esta vigilia en San Pedro también es un recuerdo de esas lagrimas que se nos atragantan en la garganta cuando sufrimos una injusticia o un dolor debido a la enfermedad, al trabajo que no encontramos, a una pelea en familia, a nuestros hijos que no nos visitan, a lo mejor porque somos viejos y enfermos…
Sin embargo, el Papa quiere en este jubileo que la misericordia sea aliento para el presente y confiar “en lo sano y bueno que late en cada corazón”.
Misericordia escudo de los que lloran
Más allá de ser un pañuelo para nuestras lagrimas, la misericordia es escudo y fortaleza de quien ha sufrido una injusticia, de quien ha perdido el sentido de la propia vida y no ha logrado encontrarlo.
Son muchos y de varios tipos los sufrimientos, pero todos, tienen en común un ‘cansancio’ del vivir y, a menudo, la falta de esperanza y de confianza.
Jesús lloró por su amigo Lázaro cuando murió. Entonces, Francisco nos dice que “ciertas realidades de la vida se ven sólo con los ojos limpiados por las lágrimas”. Es aún más radical cuando dice “si ustedes no aprenden a llorar no son buenos cristianos”.
Esta teología del llanto evoca el discurso de la montaña. En Filipinas, el Papa dijo que “al mundo de hoy le falta llorar, lloran los marginados, lloran los que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar”.
Volver a aprender a llorar para liberar la mejor parte del corazón, esa que lleva a la acción y callar el llanto de los inocentes con amor y actos, mientras el cielo sonríe y –como dice el poeta- una flor nace, mientras otra muere, pero las lagrimas son el rocío mañanero de Dios, signo de que estamos vivos dentro.
La Virgen y sus lagrimas
Y volviendo a la vigilia, la devoción mariana también dejará su señal, pues para la ocasión será expuesto a la veneración de los fieles en la Basílica el relicario de la Virgen de las lágrimas de Siracusa.
Se trata de un recuerdo de la historia del cuadrito de yeso, con la imagen del corazón inmaculado de María, que se encontraba en la cabecera de una cama matrimonial en la casa de una joven pareja de esposos (Angelo Iannuso y Antonia Giusto), que derramó lágrimas humanas.
El relicario contiene parte de las lágrimas que surgieron milagrosamente de la imagen de la Virgen. Ese milagro se verificó entre el 29 de agosto y el primero de septiembre de 1953 en la isla italiana de Siracusa.
El Pontífice con esta vigilia invita a pedir el don de la conversión, el don de las lágrimas. Corazones abiertos que se sientan perdonados para derramar misericordia porque –parafraseando Francisco- siempre hay una salida y siempre hay oportunidad.
“Es tiempo de implorar la misericordia del Padre”, palabra de Francisco.
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