separateurCreated with Sketch.

Para los nazis fue el preso nº 26.147, para sus compañeros fue el ángel de Dachau

whatsappfacebooktwitter-xemailnative
Alfa y Omega - publicado el 06/03/16
whatsappfacebooktwitter-xemailnative

Aniversario de la muerte de Engelmar Unzeitig, misionero de MariannhillEn el campo de concentración de Dachau, Engelmar H. Unzeitig era por fuera un habitante más de aquella ciudad de muerte identificado con el número 26.147; pero por dentro guardaba a un fiel religioso, a un celoso sacerdote, a un valiente misionero y a todo un gigante de la caridad cristiana.

El 2 de marzo de 1945 murió aquejado de tifus, enfermedad que había contraído al ofrecerse voluntario para atender al resto de presos que habían contraído la enfermedad.

Estando para terminar la Segunda Guerra Mundial, murió en el Campo de Concentración de Dachau [Alemania], a la edad de 34 años, el joven sacerdote y misionero de Mariannhill.

Allí había llegado a mediados de 1941 como prisionero y, durante los casi cuatro años que estuvo confinado, no dejó por ello de ser misionero.

El testimonio de su vida y de su oración, su afabilidad y paciencia, la fidelidad a su consagración religiosa, su prudencia al hablar y su sabiduría al callar, su generosidad a la hora de compartir lo que tenía y su coraje para mendigar en favor de los más necesitados, dieron una eficacia insospechada a su presencia en el Campo.

Terminó sus días en coherencia con la que había sido la tónica de su existencia, ofreciéndose voluntario para atender a los enfermos, víctimas de una epidemia de tifus.

En pocas semanas contrajo él la enfermedad y, amaneciendo el 2 de marzo de 1945, moría de tifus el que había ayudado a tantos moribundos a bien morir.

Salió de este mundo como había vivido en él: con el corazón en la mano. Le llamaban el ángel de Dachau, porque así se comportó en medio de aquel infierno.

Había dejado escrito: “El amor multiplica las fuerzas, inventa cosas, da libertad interior y alegría… El bien es inmortal y la victoria debe ser de Dios”.

El padre Engelmar había nacido el 1 de marzo de 1911 en Greifendorf, hoy República Checa. Queriendo ser misionero, ingresó en 1934 en el noviciado de Mariannhill en Holanda.

Después de realizar los estudios de filosofía y teología en Würzburg [Alemania], fue ordenado sacerdote el 6 de agosto de 1939.

Sus cenizas, que salieron providencialmente del Campo, reposan en la iglesia de Mariannhill en Würzburg.

El 26 de julio de 1991 quedó abierta su causa de beatificación. El papa Benedicto XVI reconoció que el padre Engelmar vivió en grado heroico las virtudes cristianas, declarándole Venerable, el 3 de Julio de 2009.

El 21 de enero del 2016 el papa Francisco firmó el decreto por el que se reconoce que el padre Engelmar murió por odio a la fe, declarándole así mártir cristiano.

Todos le podemos poner por intercesor ante Dios de todas nuestras necesidades e intenciones con el fin de ver pronto glorificado su nombre en medio de la Iglesia.

 

Por Lino Herrero Prieto CMM, Misionero de Mariannhill

Artículo originalmente publicado por Alfa y Omega

¿Te ha gustado leer este artículo? ¿Deseas leer más?

Recibe Aleteia cada día.

Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.