El Pontífice explica una anécdota de cuando era director de noviciado de los jesuitas: Las palabras de una psicóloga que nunca olvidó…“Ojos abiertos con la admisión en los seminarios. Ojos abiertos”, advirtió el Papa este viernes 20 de noviembre en el Vaticano al recibir en audiencia a un grupo de obispos y sacerdotes invitados a Roma por la Congregación para el Clero.
Hay que “buscar la salud” de los jóvenes (seminaristas), comentó Francisco en un discurso espontáneo, dejando a un lado las hojas preparadas, dirigido a los prelados que participan en el congreso por el 50 aniversario de los decretos conciliares Optatam totius y Presbyterorum ordinis en la sede de la Universidad Pontificia Urbaniana de Roma (19-20 de noviembre).
“Fui a llevar a la psicóloga el test de personalidad, una prueba simple que se hacía como parte del discernimiento (vocacional). Era una buena mujer, y también una buena médica”, contó el Pontífice argentino una anécdota particular para ilustrar la sensible tarea de admitir seminaristas para se conviertan en sacerdotes en la Iglesia católica.
De esta manera, narró como la psicóloga de su noviciado detectaba problemas tratables o serios en los seminaristas. “Este tiene un problema… este no puede (seguir)… -Me decía– ‘Pero doctora es tan buen muchacho…”, objetaba el padre Bergoglio”, contó él mismo, entonces recién nombrado maestro de los novicios en la Compañía de Jesús en 1972.
“Ahora es bueno, pero sepa que existen jóvenes que saben inconscientemente, no son conscientes, pero sienten inconscientemente que están psíquicamente enfermos y buscan para sus vidas estructuras fuertes que los defiendan, y así poder seguir adelante. Y van bien, hasta el momento en el cual no se sienten bien estables y es ahí cuando comienzan los problemas”, relató el papa.
El joven formador jesuita no entendía: ‘Me parece algo extraño’. Pero la respuesta de la psicóloga no se le olvida el actual Papa: “Padre, usted nunca ha pensado ¿por qué existen tantos policías torturadores? Entran jóvenes, parecen sanos, pero cuando se sienten seguros, la enfermedad comienza a salir”.
“Esas son las instituciones fuertes que buscan estos enfermos inconscientes: la policía, el ejército, el clero… Y luego tantas enfermedades que nosotros conocemos emergen”, añadió.
De esta manera, a la lección aprendida el Papa constató: “Es curioso. Cuando me doy cuenta de que un joven es demasiado rígido, es demasiado fundamentalista, yo no tengo confianza; dentro hay algo que él mismo no sabe. Pero cuando se siente seguro….”, recordó.
Francisco también encontró una respuesta a los trastornos citados por la psicóloga en la Biblia y habló de Ezequiel 16.
“El Señor dice a su pueblo todo lo que ha hecho por este: lo ha encontrado apenas nacido, y después lo ha vestido, lo ha casado… Y después, cuando ya se sentía seguro, te has prostituido’. Es una regla, una regla de vida. Ojos abiertos con la admisión en los seminarios. Ojos abiertos”, constató.
En el mismo discurso el Papa admitió la necesidad de que el “camino de la santidad de un sacerdote” inicie en el seminario.
En este sentido, consideró tres momentos importantes en el sacerdocio: el “llamado entre los hombres”, la “constitución a favor de los hombres”, y la presencia “en medio a los otros hombres”. Y la palabra de orden: “servicio”, siguiendo la enseñanza de Jesús.